25- Ignati

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25- Ignati.

Dos semanas han pasado desde que Angelie no sale de su casa por ningún motivo, la vigilancia que le tengo me dijo que solo salía al jardín escoltada por dos o una persona, ella los ignora aun siendo amable, pero cuando está afuera se sienta en la grama y no es molestado por una hora entera.

—¿Solo eso hace? — pregunté viendo las fotos que me entrega Vik.

—Sí, señor—afirma Vik — además se rumora por todo el submundo la boda de Bernard Mancini y Angelie la hija bastarda del Don.

—No la vuelvas a llamar así ¿entendido? —saqué mi arma por si había quedado alguna duda.

—Entendido, mi señor solo le decía los rumores —aclara el hombre rubio y de tatuajes encargado de vigilar al angelito— ¿regreso a mis labores de siempre o me devuelvo a la mansión Grimaldi?

—Ve a la mansión, yo tengo cosas que hacer —lo despache con un gesto de la mano.

Vik asintió hizo una pequeña reverencia y se fue.

¿Te vas a casar angelito?

¿Qué planea Bernardo?

Esa fiesta de mascaras a la que la llevó su papá fue para presentarla, ahora el supuesto compromiso, me senté frente al fuego de mi despacho, poco después de una hora en que me quedé meditando con un trago en la mano un torbellino de cabello rojo entró a mi despacho, como siempre sin tocar.

Natalya es sin duda una mujer de armas tomar que no sabe nunca cuando callar ni que hacer con su vida.

—¿Vienes a entregarme cuentas? —pregunté obstinado, bebí un trago de mi bebida cuando la vi sonreír, mi interior se calentó de afecto.

—No, aún no están listas, me faltan algunas cosas que no me quedan claras —expresa muy seria— pero, no vine por eso.

—Entonces lárgate —ala corrí de mi lugar privado.

Si uno de mis hombres hubiese entrado así ya estuvieran los de limpieza encargándose del desastre, pero no con Natalya Volkova.

—No seas grosero, no porque seas el Pakhan debes tratar a la gente como basura —me reclama.

Siempre me reclama lo mismo, ella nunca ha entendido quien tuve que dejar de ser por ser el jefe de todos.

—Es exactamente eso, Naty y no pretendo que lo entiendas —le aclare.

—No con tu familia— se me acerca y se sienta a mi lado poniendo sus pies bajo su delgado cuerpo, es igual a mi madre en todo, hasta en lo impetuosa y desobediente —no siempre debes ser el fuerte frente a nosotros.

—No sabes de que hablas —me iba a levantar molesto y me lo impidió.

—Corta el drama, vine por otra cosa — me aclara— vengo por Mikhail.

—¿Qué pasa con él? —hundí el ceño y empujé todo lo que quedaba del vaso de un solo trago.

—Cómo que ¿qué pasa con él? —me reclama — tiene una mujer en su habitación y un bebé y que yo sepa no soy tía, aún soy muy joven para eso — se acaricia el cabello.

—Pues yo te veo una arruga aquí —le señalé en medio de su frente y puso los ojos bizcos y comencé a reír.

Hacia mucho tiempo que no me reía.

—Hablo en serio, Ignati— se tapa la frente mientras me habla.

—Mamá dijo que se encargaría de nuestro hermano, debo creerle— me puse serio de nuevo hablando del tema.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora