CAPÍTULO OCHO

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Daniel

Son las nueve de la noche y estamos llegando al restaurante. Vengo con Steve en el Bugatti. Me está hablando de no sé qué, pero no le estoy prestando mucha atención. Aún sigo con los celos latentes.

—... y me dijo eso ella.

—¿Ah?

—¿No me estás escuchando?

—Lo siento, Steve. No.

—Bien, vete a la mierda —me saca el dedo del medio.

Se da media vuelta en su puesto dándome la espalda.

—Actuas peor que novia tóxica —me le burlo.

Freno en un semáforo en rojo.

—Toxico tu, que le haces eso a ella —vuelve hacia mi—. Déjala que sea feliz.

—¿Y tiene que ser con él? —Bufo.

Steve se encoje de hombros.

—Dejala. Es su vida, su problema, su felicidad.

—No la quiero con él —replico.

—¿Y entonces con quién? —Enarca una ceja.

—Con... —Me trago mis palabras.

Piso el acelerador, para llegar más rápido al restaurante. Steve me va a volver loco con tantas preguntas.

—Buenas noches —nos recibe el valet parking del lujoso restaurante, abriendo mi puerta.

—Buenas noches —le responde Steve.

—No hay buenas, solo noches —murmuro yo, entregándole la llave de mi auto.

Entramos al restaurante y el hostess, nos lleva a la mesa que reservé.

Marlon, Peter, Alex, Elizabeth, Dexter, Beatriz, Lexi, Olivia y Juan están sentando. En el orden en el que los mencioné. La mesa es redonda así que yo me siento al lado de Juan y Steve al lado de Marlon, quedando casi al frente de Elizabeth. Quien desde que llegué no me ha mirado, ni me saludó.

—¿Ustedes ya pidieron? —Steve le habla a Elizabeth.

—No, te estábamos esperando.

Abro la boca indignado, ¿y yo que?,  ¿estoy pintando en la pared o qué?

Steve me hace una seña para que no diga nada. El mesero vuelve con los menús y yo pido cualquier cosa, ya se me quitó el apetito. Ya me quiero largar a mi habitación a dormir. Se me acabó el buen humor.

—¿Podrías traernos otra botella? —Volteo a ver a Elizabeth.

—Claro que si.

¿Otra botella?  ¿Es que acaso que está celebrando o que? La veo susurrarle algo a Dexter y este suelta una risita, mirándome. Yo lo mato.

El mesero aparece otra vez con una botella de vino, se la deja al lado derecho de Elizabeth y se retira.

—Bueno brindemos porque fue misión exitosa —propone Olivia.

—Nadie va a brindar una mierda —ordena Elizabeth, llenando su copa hasta rebosar.

Se bebe todo el licor de un solo trago, con sus ojos puestos en mi. Deja la copa en la mesa y se pone de pie.

—¿Alguien sabe que le pasa? —Pregunta Marlon, preocupado.

—Está enojada —contesta Dexter.

—¿Por qué? —frunzo el ceño.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora