CAPÍTULO ONCE

11.4K 822 75
                                    

Daniel

Reviso la hora por milésima vez. Ya quiero irme a dormir, me siento agotado. Llevo todo el día firmando papeles, leyendo archivos de criminales, escoger a por quien ir primero, apartando tiempo para poder hacer visitas en la prisión y así sacar más información que necesitamos. Este trabajo no es nada fácil, pero tampoco me ha quedado grande hasta el momento.

—Coronel —Entra Steve.

—Llega al grano. —Me refriego la cara.

—Si, rescatamos muchas especies... algunas fueron enviadas a China, Australia y Brasil —hace una pausa—, yo traje unos gatitos.

Lo que me faltaba, niñero de gatos.

—¿Para que los traes a la central?

—Por si de casualidad algún soldado querría adoptar a uno o todos, son persas.

Le doy vueltas a la cabeza y no llego a n...

—Llévalos con la general Davis —ordeno. 

Reviso las cámaras de la oficina de Elizabeth en mi laptop y se encuentra haciendo un avión de papel, tirándolo hacia la puerta. Una sonrisa trata de dibujarse en mis labios, pero la retengo.

—Está en su oficina.

—Como ordene, coronel —hace un gesto militar y sale, cerrando la puerta.

Tomo los dardos y caen en el blanco —la frente del mafioso italiano—. Lo que mas anhelo es atrapar a ese mal nacido. Llevamos meses con Elizabeth planeando la misión. En 3 ocasiones hemos fallado. La primera fue hace 3 años, donde yo llevaba 2 años como coronel y Elizabeth estaba haciendo las pruebas para general. Las otras dos han sido en estos últimos 6 meses.

No tengo ni puta idea quien será que nos está jodiendo ls misiones. Hace una semana Peter, el hacker estuvo revisando las cámaras de seguridad, los teléfonos de todos y cada uno de los que trabajan aqui y nada.

Suena mi teléfono. Contesto.

—¿Buenas noticias? —escucho al ruso suspirar.

—Pues si para ti son buenas... claro.

—Ya voy —cuelgo.

Me encamino al ascensor y subo al quinto piso que es donde está la oficina de los hackers. Ingreso el código de acceso cuando me lo piden para entrar al piso. Unos segundos y suena un pitido, las puertas se abren y busco a Peter.

—¿Qué me tienes? —froto mis manos ansioso, llegando a su lado.

—Esto —gira su laptop para darme visibilidad.

Veo las fotografías de unos 10 agentes.

—¿Qué hay con esto?

—Amigo —Peter se pellizca el puente de su nariz—, estos son los 10 soldados que han estado recibiendo llamadas desde hace 3 días, de Italia y los alrededores de esta.

Imposible, me repito una y otra vez, mientras recorro las caras de mis soldados.

—Peter, no es posible...

—¿Por qué no?

—Porque algunos tienen familia allá.

—Estos tres no —señala a tres agentes.

—¿Qué quieres decir? —Siento que me va a dar jaqueca.

—Investigare a todos, pero en especial a estos tres —le da golpecitos con el lápiz a la pantalla.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora