CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

8.6K 519 55
                                    

Elizabeth

-¡Dios, que mierda más asquerosa! -Escucho alegar a Daniel mientras bajo las escaleras.

Alejandra suelta una carcajada.

-¡No te rías! -Riñe-. Alejandra, por Dios. ¡¿Qué mierda es eso?!

Entro a la cocina y me encuentro con Daniel escupiendo no sé qué en el lava platos.

-¡Coronel, no sea cochino! -Lo regaño.

-¡Tu culpa! -Le grita a Alejandra.

Veo al pelinegro abrir el grifo y tomar muchísima agua.

-Terminas y limpias. -Le ordeno.

Carraspean.

-Hola, Ale.

-Gracias y hola para ti también -me fulmina con la mirada.

-¿Que fue eso que me comí? -Pregunta Daniel a mi lado.

Me agarra el culo y me apega a él.

-Esto -dice Alejandra en risas.

-¡¿Mis tostadas?! -Ahogo un chillido.

Daniel hace una mueca de asco.

-Que horrible sabe eso.

-Daniel, son las tostadas más deliciosas del mundo.

-Deliciosa tu -susurra cerca de mi oído.

-Me cansé -Alejandra golpea la barra de mármol con sus puños-. Me tiene asqueada con sus demostraciones de afectos. No sean sucios, respeten. Estoy chiquita.

El coronel y yo nos miramos, estallando en carcajadas.

Me siento a un lado de Alejandra y desayuno. La cabeza me duele y el estómago no me quiere recibir comida.

Tiro las tostadas de mala gana al plato.

-Ves, saben horrible, amor.

-No es eso -hago una mueca. No quiero probar comida.

-Que raro -murmura Alejandra a mi lado-, la fiesta fue hace un mes y medio... Y pues que yo sepa, una resaca no dura tanto.

Ruedo los ojos. Ya sé por dónde va eso.

-Deja ya de insinuar eso.

-Es la verdad.

-¡Joder! -Grito-. Que pesada eres -me levanto furiosa.

-Buen día -me reciben los escoltan cuando salgo al estacionamiento.

-Buen día -respondo seria y abordo a la camioneta.

Daniel es el segundo en entrar y después Alejandra.

-Sus vitaminas señorita -Michael me entrega un sobre y yo asiento.

Tomo la bolsa y saco mis vitaminas.

Los dolores de cabeza cada día se intensifican más. Mi humor aumento, mi apetito disminuyó. Lloro mucho. Mi cuerpo está un poco débil, no puedo hacer ejercicios muy fuertes porque no puedo, me desmayaría. Y no he querido ir al hospital, no quiero y no me gustan. Detesto que me estén inyectando mierdas en el cuerpo.

Las vitaminas me han ayudado en un poco. Desde que Andrew me dió esa paliza debo tomar vitaminas, ya que mi matriz quedó muy delicada y a veces me duele.

-¿En qué piensas? -Me besa Daniel.

-En nada -le sonrío.

No sé en qué momento llegamos a la central, pero ya estoy bajandome de la camioneta.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora