CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO

6.2K 432 30
                                    

Elizabeth.

Moscú, Rusia.

Más mentiras, más decepciones. Más secretos, más trucos. Ya no espero nada de nadie y aún así logran decepcionarme. Cada día para mí es un nuevo día donde me despierto y descubro otra mentira. Ya estoy cansada. Jodidamente agotada.

Entro a la cabaña con la frente en alto. Está oscura, solo una pequeña y escasa luz. La ira me tiene vibrando, pero intento actuar como si estuviera serena y tranquila. Por dentro estoy ardiendo en llamas.

—The Widow —saborean mi apodo por el cual me conocen en el bajo mundo. La voz retumba por la silencia cabaña.

Tengo un reflector en el rostro y muevo mi cabeza buscando al hombre más temido del mundo.

—¿Saldrás ya? Me haré vieja —digo en tono burlesco.

Una carcajada siniestra retumba por el pequeño lugar. Un hombre alto, fuerte y rubio sale de entre las sombras con una sonrisa en sus labios.

—No creí que vinieras.

—Aqui estoy. Ahora, llega al maldito grano que tengo muchas cosas por hacer.

Escucho que corren algo detrás mío y me giro por reflejo. Un hombre me pone una silla de madera café para que me siente, pero no la acepto.

—¿Cuál es la urgencia? ¿Que quieres? —Me desespero.

El Boss sonríe.

—Impaciente, como siempre, The Widow. Tu difunto esposo tiene cuentas pendientes conmigo.

Me mantengo firme con mi posición. No voy a dejar que nada me afecte. Me cruzo de brazos.

—¿De qué hablas?

—Tu esposo hizo un trato conmigo. Si yo mataba a Giorgia, él detendría mi cacería.

—Nosotros no hacemos tratos con criminales.

—¡Ja! Tu también eres una criminal —se inclina hacia delante con una ceja levantada y diversión en su tono—, ¿o lo negarás?

—Claro que no —río sarcastica—. ¡Oh! —Abro los ojos con sorpresa—, ya sé lo que sucede. Te jode que sepan de mi en todos lados y que él público acepte a The Widow y a ti no. 

Da tres pasos hacia mi y me pone una daga en el cuello. Ni me inmuto. Si me quisiera matar ya lo habría hecho. No le conviene y lo sabe. Lo miro con aburrimiento.

—El trato fue con él no conmigo, por ende me tiene sin cuidado. Ademas, ¿por qué cobras por un trato que no siquiera has cumplido tu palabra?

—Yo los debilité.

—¿Te aplaudo? —Lo enfrento—. No es problema mío.

Gruñe, furioso.

—Un solo movimiento que haga con mi puñal y te corto la garganta, Elizabeth.

—Hazlo —me abro el gaban negro largo, enseñándole las granadas, las armas y puñales que cuelgan.

Esta mierda pesa muchísimo.

Abre los ojos de par en par y retira el puñal.

—Es más fácil que yo te mate y eso lo sabes —sonrío—. O sino no habrían más de cincuenta hombres aquí. Al igual, que puedo llamar a mis hombres y arrestarte aquí mismo —lo considero. Me rasco el mentón y ensancho mi sonrisa.

me aniquila con la mirada, empuñando ambas manos a cada lado de su cuerpo. Parece un perro rabioso.

—O podría matarte y ganar mucho dinero por tu cabeza. Ante las instituciones y el público diría que fue un accidente ¿y quien me va a llevar la contraria, si tú ya estás muerto?

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora