CAPÍTULO VEINTE

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"¿Me quieres?" 2/3

Daniel

Me bajo del Bugatti y entro a la mansión.

—Creí que no vendrías —dice el ministro.

—Aqui estoy.

—Ven —se pone de pie y camina. Lo sigo—. Quiero que hablemos en mi despacho.

—Vi el Mercedes de Ian en el estacionamiento.

—Si, está atendiendo una llamada y ya viene.

Pellizco el puente de mi nariz, estas reuniones me ponen de mal humor.

—Tienes —miro mi reloj—, 2 horas.

Aaron enarca una ceja.

—¿Perdón?

—Tengo cosas que hacer —le aclaro.

—¿Saldrás con alguien?

—Eso no te interesa, padre.

Aaron es el hombre más chismoso que yo he conocido. Es terrible. Todo lo quiere saber y todo lo quiere contar, Alejandra le sacó eso a él. Porque mi tío no era así. Era reservado. Serio.

—Empezaré por decirte que lo de tu oficina no se puede repetir. No es bueno que dejes que tus emociones te ganen. Deja de dañar las cosas pareces un puto animal. Incluso los animales son más cuidadosos. Compórtate, joder.

Ruedo los ojos.

—Vuelve a hacer eso y te tiro un dardo en el culo, muchacho de mierda.

Suelto una carcajada.

La puerta se abre. Ian.

—Hola, Ian.

—Hola, enano.

Lo fulmino con la mirada.

—Bueno, ya sabes para que nos reunimos.

—Ajá —mascullo.

—Bueno, sabemos que hay un infiltrado en la CISFC, no tenemos con exactitud quien es...

—De eso se está encargando Peter y Olivia —le digo.

—Por eso... —hace una pausa—. Tengo mi leve sospecha de que e...

....

Salgo de la ducha con la toalla amarrada en mi cintura. Entro a mi closet y saco un pantalón de jean, una camiseta y unos zapatos deportivos. Antes de salir del guardarropa tomo mi chaqueta de cuero negra. Me visto, me peino. Me aplico unos productos en la cara, últimamente el sol anda fuerte, me quemé la cara. Cada vez que pasa mis mejillas tienden a tener un color rosado. Me veo tierno y no me gusta.

Me pongo la chaqueta y guardo mis cosas. Que no se me olvide el reloj, voy a buscarlo al baño y me lo pongo.

Bajo las escaleras y me encuentro a Ian y Aaron platicando, par de viejos chismosos. Mi abuelo se fue hace unas horas y no nos dijo a dónde.

—Me voy —anuncio.

—Tambien me voy, tengo a mi nieto solo.

—¿Elijah? —inquiero.

—Si, le pedí a Eli que me lo dejara en la mansión y ella aceptó. En su departamento solo están los gatos.

—Nunca han sido tu fuerte —se burla mi padre.

—Si, sus uñas, su mal carácter... No, no van conmigo.

Mi teléfono vibra cuando estoy pasando el umbral de la puerta principal.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora