CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO

5.4K 397 97
                                    

TW: Violación y torturas.

Daniel.

La muerte me llevará cuando ella se lo gane.

El olor a humedad ya se hizo costumbre, podría decir que incluso me agrada. Es una mierda, lo sé, pero es el olor más agradable que he olido durante mucho tiempo.

Abro los ojos cuando siento el agua hirviendo en mi cuerpo completamente desnudo. Solo pongo una mueca, no grito, no lucho, nada. No tengo fuerzas, la perdí hace mucho. Perdí mis fuerzas cuando la maldita rubia entró por esa maldita reja y dijo:

—Felicitaciones, no solo murió tu esposa en el parto, sino que también el niño que estaban esperando —aplaudió y río mucho—. Me hiciste un favor. Uno muy grande. Te debo una, bombón.

Esas malditas palabras se calaron por mis poros, me quemaron más que el agua hirviendo, los cigarros apagándose en mi pecho, los latigazos y todo el abuso que he recibido por parte de la loca de mierda.

Le rogué para que me matara, pero no lo hizo. Me dejó vivo, porque así sufriría aún más.

No hay día que no me culpe por la muerte de los dos pilares más grande de mi vida. Muchas veces cuando “duermo” en realidad, intento que mi mente cree momentos de Elizabeth y el bebé juntos, en otros, me imagino a mi con ellos. Nos imagino felices siendo una familia.

Ahora no me queda nada. ¿Familia? ¿Cuál?

—Buenos días, guapo —dicen.

Aparecen dos hombres con aspecto de gorilas y entran a la celda. Uno se adelanta y me encaja un puño perfecto en la mandíbula adolorida.

Buenos días para mí.

****

Siento algo sobre mi, pero no puedo moverme, estoy atado, pero no por eso. Estoy jodidamente drogado. Intento abrir los ojos pero no puedo, me pesan, me siento mareado, muy mareado. Necesito vomitar. Los efectos de la droga empiezan a desaparecer unos minutos después de volver a estar conciente y como puedo levanto la cabeza, siento una fricción rara en mis muslos, incluso mi pe... Abro los ojos por completo al escuchar un gemido. Esta perra.

Giorgia balancea sus caderas, enterrandose una y otra vez en mi polla. Gime, chilla, se retuerce y se aferra a mis hombros sin dejar de brincar, provocando que mas arcadas hagan presencia. Forcejeo para alejarla de mi, pero las cuerdas están muy bien apretadas.

¡Oh, cielos! Estás despierto, cariño. Lo lamento, no pude resistir... ¡Si! —salto—. ¡No sabes lo bien que te sientes, bombón! —se mueve más rápido hasta llegar al orgasmo. Echa la cabeza hacia atrás soltando un gemido fuerte.

Giorgia se baja de mi regazo y yo agacho la cabeza, mirándome la polla, al menos usó preservativo. El condón está mojado con sus asquerosos fluidos y yo lo único que quiero es arrancarme el pene.

Me siento sucio, me siento asqueado. Mi pecho arde cada que la que tengo encima tocandome y haciendo con mi cuerpo lo que ella quiera. No puedo defenderme, no tengo otra opción... mis ganas por partirle el cuello a la maldita crecen cada día más.

El que ella abuse sexualmente de mi ya se volvió algo habitual. Y si, es una mierda que me haya acostumbrado a eso, pero no puedo hacer nada, son muchos, estoy solo y muy debíl. Lo hace una vez por semana como mínimo, muchas veces estoy conciente y amordazado, otras drogado.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora