CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

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¡Feliz cumpleaños, Ale! 2/2

No he podido dormir, son las 3 am. Miro a la mujer que yace a mi lado. Su melena rubia está por todos lados, Eli está envuelta como un ovillo y tiene un brazo mío atrapado. Lo está abrazando.

¿Será que me quiere decir algo malo?, pienso sin quitarle los ojos de encima.

De la nada empieza a murmurar cosas, me acerco para entender y ella grita un nombre:

—¡Elijah! —Su pecho sube y baja rápidamente.

Está muy pálida y suda mucho.

La acuno en mis brazos y ella vuelve a cerrar los ojos pegándose más a mi.

Tengo que hacer todo lo posible por traerlo con ella. Me preocupa la estabilidad emocional de Elizabeth. Por más que sus gatos estén con ella de todas formas, ella extraña mucho a su perro. Yo también lo extraño, ya no tengo a quien regañar porque se roba mi comida cuando me descuido unos segundos o cuando desaparecen mis pantuflas.

Muevo a Elizabeth delicadamente para que se despierte y lo logro.

—¿Que sucede? —Dice limpiandose una baba que baja por la comisura de sus labios.

Suelto una risita.

—Quiero que veamos el amanecer juntos —salgo de la cama.

—Falta —se peina su cabello dándole una presentación más agradable.

—No importa, vamos —doy la vuelta a la cama y la halo—. Espera me peino un poco yo también.

Atravesamos el pasillo y subimos las escaleras hasta llegar al piso 3. Nos sentamos en el mueble con forma de S.

Por el rabillo de mi ojo, capto un chef acercarse con el pastel que le pedí. Elizabeth se durmió a los cinco segundos de poner la cabeza en mi regazo. Así como aparecen los cocineros vuelve a desaparecer sin hacer ruido. Dejo el pastel sobre la mesa que tengo en frente y levanto a Elizabeth despacio para no asustarla.

—¿Hmmm? —primero abre un ojo y luego el otro.

—Quiero decirte algo, preciosa.

—¿Qué sucede? —arruga las cejas.

Meto la mano en mi bolsillo.

—Quiero que leas es pastel cuando yo te lo diga.

—¿Leer?  ¿Que sucede, Dani?

Mi hermosa novia no se lo espera.

Me pongo frente a ella y le entrego el pastel, ella lo recibe con los ojos cerrados. Me pongo de rodillas y saco el cofre que guardaba en mi bolsillo.

—Elizabeth Davis, ¿quieres casarte conmigo? —suelto la pregunta con el corazón latiendome a mil por segundo.

Abre los golpe, pasa su mirada del pastel a mi, de mi persona al anillo y nuevamente al pastel. Lee la frase que esta escrita en voz alta, luego de hacerlo varias veces de forma mental.

—Todos en la milicia tenemos una misión y la mía es amarte, Elizabeth —la lee en un murmuro.

¿Me va a rechazar? El pecho me empieza a arder y mis ojos igual, di que si, por favor. Di que si. Estoy apunto de hablar cuando la veo dejar el pastel sobre la mesa y saltar encima de mi. Caemos al suelo en medio de su llanto y risa.

—¡Dios mío! —chilla—. ¡Si! ¡Mil veces si!

Y vuelvo a respirar.

Sonrío sentandome con ella en mi regazo. Meto el anillo en su dedo y finalizo el acto con un beso en el dorso de su mano.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora