CAPÍTULO DIEZ

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Ian.

7:45 am.

Estoy en la puerta de la oficina de mi hija. Llevo treinta minutos esperándola para que me entregue unos papeles los cuales el coronel ya debió firmar. 

—¿No te ha llamado? —miro a la secretaria de la general.

—No, señor —Greta niega con la cabeza.

Me marcho hacia la oficina del coronel Daniel. Su secretaria me anuncia.

Entro a esta.

—Buen día, subdi —saluda el coronel.

Desde que es pequeño, me ha llamado subdi, por mi cargo de subdirector.

—Buenos días —me siento frente a el—. ¿Mi hija no se ha comunicado contigo?

—¿Por qué? —Me mira sin comprender.

Voy a responderle pero alguien entra a la oficina.

—Elizabeth no ha llegado y la necesito. —El ministro regaña a su hijo.

—¿Cómo es eso? —Pregunta el coronel.

—Eso te estaba preguntando —hablo entre dientes—. ¿Para que la necesitas? —le pregunto a Aaron.

—Necesito hablar con ella urgente —Le da una mirada cómplice a su hijo.

El teléfono de Daniel suena, su padre y yo nos cruzamos de brazos al verlo pegado del teléfono. Duramos tres minutos con la mirada puesta en el coronel, quien sigue enviando mensajes. El ministro carraspea y el coronel vuelve a la tierra.

—Estoy hablando con Eli...zabeth —completa.

—¿Qué di...? —Me calla con un gesto.

Toma su teléfono y marca un numero. Llama una, dos, tres, cuatro y cinco veces y no le responden.

—Maldita sea —Murmura Daniel.

Mi teléfono suena y contesto inmediatamente.

—Hola? —contesto dudoso.

—Soy Mena —hablan al otro lado del teléfono—. Eli no ha salido de su recamara, son las 8 am —informa Ximena, preocupada. 

Me levanto de golpe, ganando las miradas de mi amigo y de su hijo.

—Intenté despertarla, pero no quiso. Yo la veo mal, Ian —dice con la voz apagada.

—Ya voy —cuelgo la llamada.

—¿Todo bien? —Niego a la pregunta del ministro.

—¿Qué sucede? —ignoro al coronel y salgo de su oficina.

Llego a la mansión unos cuarenta y siete minutos después. Entro a la casa y subo las escaleras corriendo.

—¿Dónde esta? —Le pregunto a Ximena cuando la veo salir de mi habitación.

—En su habitación.

Entro a la habitacion de mi hija, donde duerme plácidamente en su cama con su acompañante. Me acerco al perro y le sobo la cabeza. Agradezco tanto con que Elijah este en la vida de mi hija.

—Cielo... —meto un mechón de su rubio cabello detrás de la oreja.

No despierta, no intento mas. Me pongo de pie y camino hacia la puerta, cuando la escucho sollozar. Me vuelvo de inmediato y le tomo su cara.

—¿Qué tienes pequeña? —la arrullo.

—Estoy cansada, papá. —Dice en un mar de lagrimas.

Ximena viene hacia nosotros, se sienta en el borde la cama y le acaricia la espalda a Elizabeth.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora