CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO

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¿Que significa amar? ¿Será dar la vida por alguien? O tal vez ¿Aguantar todo lo malo que nos hacen? ¿Que es amar?

Para mí amar es cuando ves a la persona y te sientes en paz. Es cuando el otro sonríe y tu sientes su felicidad, también, cuando estás en los brazos de alguien y te sientes seguro, en casa. Que escuchas a alguien cuando te cuenta sus problemas. Que aconsejas al otro. Que perdonas y eres perdonado. Para mí eso es amar y ser amado, el respetar al otro y ser respetado, ser valorado.

Amo a mi bebé. Amo sentir los besos con los que me despierta Daniel, amo sentir a mi bebé moverse en mi vientre. Amo cada segundo que pasamos viendo películas o cuando me pongo a bailar, mi bebé se mueve también.

¿Cómo me siento justo ahora? Feliz. Me siento la mujer más dichosa del universo. ¿Por qué? Tengo a mi Dani acariciándome la gran panza. Estoy llena, plena. No quiero que nada más cambie.

Al principio fue difícil llegar a este punto de mi vida, pero lo estoy logrando, estoy creando mi familia. Mi boda es en dos semanas, no quepo de la dicha. El lugar ya está planeado, todo será perfecto, los invitados no serán muchos, pero volviendo al tema de mi embarazo.

Hace cuatro meses Daniel se enteró de mi embarazo, y a los tres días después de que el regresó fuimos al hospital, el doctor volvió a decirnos que no puedo tener el bebé, Daniel apoyó al doctor, esa tarde tuvimos una discusión. Días más tarde, Daniel me apoyó, no había de otra. Debo tomar muchos medicamentos para que el embarazo pueda llevarse a cabo. No sé si lo lograré... El doctor nos dijo que solo uno iba a sobrevivir sea yo o el bebé. Acepté dar mi vida por mi hijo.

El sexo del bebé no se sabe ¿Quiero saberlo? No, dejaré que sea niño o niña, no me importa en lo más mínimo.

La candidatura es un mes. Daniel hace todo lo posible por pasar tiempo conmigo, pero a veces no tiene, ni siquiera duerme en casa, así que yo muchas veces tomo sus tareas de coronel y le ayudo para que la carga no sea tan grande. Los mimos de él no me han faltado y cuando el no puede estar conmigo es horrible, lloro todo el tiempo. Me he vuelto super sensible. Dejando el llanto a un lado, las ganas de coger han aumentado en ambos. Parecemos dos malditos adolescentes de 16 años, pero no puedo quejarme, las noches de pasión son increíbles. Llenas de morbo y mucho, pero mucho placer.

Daniel viajó hace una semana a Rusia, no me dijo porqué o para qué, solo me dijo que tenía una reunión allá.

Me siento muy feliz, aunque, aún extraño a mi pequeño Elijah. Me hace tanta falta. Intenté comunicarme con los italianos, pero Daniel no me lo permitió. Me dijo que no iba a exponerme a emociones fuertes. Ya se me hace incómodo dormir, es más, a veces ni duermo, Dani pequeño es muy inquieto. Recordé las palabras que Daniel dijo hace dos noches:

—Si con solo casi siete meses en embarazo es molesto, no quiero saber cómo lo será en la adolescencia.

Desde el aborto que tuve hace unos años... Tengo que tomar vitaminas, todos los días, no lo hacía la verdad, cuando me embaracé me sentía muy débil, tuve que empezar con vitaminas y alimentos muy sanos en especial con el hierro. No sé cuántas vitaminas me tomo al día, solo sé que son más de ocho pastillas.

Los antojos y las náuseas aumentan. Este bebé como por cinco, pero no me dan a mi, sino a Daniel. ¿Lo más doloroso del embarazo? Las caderas, madre mia. Es como si me estuvieran desgarrando mis huesos. Tomo clases prenatales aquí en casa, Aaron fue quien exigió una, así que él la paga.

Tanto mi madre como Harper, compran ropa para bebé cada vez que salen. Daniel tuvo que desocupar una parte de su closet para meter la ropita. Mis pechos crecieron al igual que mi trasero. Ya no puedo usar pantalones o shorts, me la paso con vestidos, todo el tiempo. Los tacones ya no son una opción, las pantuflas y zapatillas están por todas partes. No puedo agacharme porque siento que me voy a reventar. Cuando no estoy en casa voy a la central, uso lo mismo, vestidos largos con tenis, en mi oficina y en la de Daniel hay un par de pantuflas por si me canso. El coronel me compró dos camuflados con tallas más grande.

—Echaras mucha panza —dijo mi madre.

—Cada que el bebé se estire te dolerá hasta el alma —comentó Betty.

—Cuando patee —puso una mueca de espanto mi madre.

Me tienen con esa psicosis que ya no se que hacer.

Estoy a tan solos dos meses para tener al bebé. Estoy muy emocionada. Con Daniel ya tenemos arreglado todo, después de que nazca el bebé nos iremos a nuestra luna de miel, lo llevaremos a él. No iremos antes por mi condición física, no estoy para tanto vuelos.

Cierro la puerta de la oficina de Daniel cuando entro.

—Estos papeles no están firmados, coronel —estiro mi brazo entregándole la carpeta.

Levanta su cabeza mirando mi vientre.

—Está grande el bebé —dice recibiendo la carpeta y la revisa.

Corro la silla y me sostengo la panza para sentarme. Cuando pongo el trasero en la silla suspiro aliviada, me recuesto a ella.

—¿Más convocatorias? —Frunce el ceño.

—La central necesita más soldados, coronel.

—Entiendo, pero tenemos muchos que no han podido pasar de cadete, algunos llevan años.

Me encojo de hombros.

—El capitán Wilson los solicitó. Ya que estuvo revisando los listados de soldados y hay muy pocas cifras. Se perdieron muchos soldados en la misión Rusia.

—¡Ese maldito nos puso debajo toneladas de bombas! —Murmura con la mandíbula apretada y los hombros tensos.

La Bratva les tendió una trampa a ellos, dónde muy pocos se salvaron. Hace un mes que no asisto a las misiones, pero si en todas las reuniones.

El coronel se pone de pie y busca algo en su pequeño refrigerador. Saca una jarra con jugo de naranja, llena un vaso hasta el tope y me lo entrega. Lo recibo sin replicar, lo bebo todo y siento como mi bebé lo agradece.

—Delicioso —le sonrío.

Daniel sigue de pie, tiene sus manos apoyadas en el escritorio. Tiene el ceño fruncido.

—General, necesito follarla —dice cómo si nada.

—¿Es una pregunta, una orden, una exigencia...?

—Cállese y déjeme follarla, ¿Si? —El tono impaciente en su voz me hace reír.

Me pongo de pie y camino hacia él.

—¿Coronel, en serio me quiere follar?

Asiente.

—Aqui —paso mi mano por todo el escritorio.

—Si —jadea.

Me he dado cuenta en estos meses lo sumiso que puede llegar a ser Daniel, cómo me fascina su rol de sumiso en la cama.

Le muerdo y chupo los labios. Meto la mano en su camuflado y lo masturbo. Subo y bajo mi mano por su falo, su glande está caliente. La erección crece un poco más cuando le dejo besos húmedos en el cuello. Huele delicioso. Muerdo el lóbulo de su oreja y gimo un poco alto. Me aparto de golpe y camino hacia la puerta.

—Me temo que no se podrá. Uno, hay mucho trabajo. Dos, el bebé está despierto.

Sonríe, mirando la panza.

—General, al menos, deme un beso.

—¿Es una orden, coronel Boucher?

—Si, general Davis.

Me acerco y le doy un casto beso en los labios. Me da un beso en la panza, y yo salgo de la oficina.

Nota de autora: hi, sunshines. Es un capítulo corto, pero necesario, les leo.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora