CAPÍTULO DIECISÉIS

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Fin de semana 2/2

—Buenos días, familia —saludo feliz.

—¿Y ese buen humor?

—Cállate, cariño —mi madre le da un golpecito con el sartén a mi padre—. Déjala que sea feliz.

Sonrío, imaginándome algún día así, con una pareja, en una casa grande y con un hijo. Soñar no cuesta nada, Eli.

—Buenos días —dice una voz tras de mi.

Me giro en el asiento del bar.

¿Aaron? ¿En pijama?

¿Qué?

—Parece que hubieses visto al diablo —Menciona otra voz, divertida.

¿Daniel?

Basta, es mucho por procesar.

—Va a sonar muy mal educado —me excuso—, pero ¿Ustedes qué hacen aquí?

—Pequeña, no pudimos irnos a casa anoche.

—¿Pasó algo malo?

—No, nada solo que como tú le tiraste las llaves del auto a mi hijo, no pudimos viajar en ese. A Daniel se le ocurre darle el fin de semana libre a sus escoltas antes de subir a mi camioneta y cuando nos subimos a ella, las llantas estaban pinchadas.

—Pero si traes llanta de repuesto...

—Fueron las 4 llantas.

Miro a Aaron alarmada.

—¿Fue grave?

—No, cariño, no te preocupes.

Me encojo de hombros y los dejo ahí. Me acerco a mi padre.

—¿Por qué no les prestaste un auto?

—¿Te incómoda que ellos estén aquí?

—No, claro que no, solo que... es raro.

Subo a mi habitación y me doy una ducha. Salgo del cuarto de baño y me pongo a buscar que ponerme. Después de batallar con mi closet, opto por una falda de tenis, un brasier de gimnasio, encima un saco con el logo de Nike de color café. Unos zapatos Air1 blancos con negro y unas medias  blancas también con el logo de Nike. Me hago una coleta y mi rutina de skincare, no usaré maquillaje hoy.

Voy a la cocina y me siento en la barra, para desayunar, me encuentro a Daniel y a Alejandra, quienes también están arreglados.

—¡Que guapa estás! —La última me piropea.

—Gracias —le sonrío.

—Cariño —me volteo hacia mi nana—, te diría que me ayudes con el desayuno, pero mírate... Estás muy hermosa.

—No te preocupes, yo te ayudo.

—¿Segura?

—Si, mamá.

Ximena al escuchar que le digo mamá se le ponen los ojos vidriosos. Hago de cuenta que no pasó.

—¿Me tienes adelantado? —le pregunto.

—Claro.

Le doy la espalda a los dos que están sentados en la barra y me pongo a cocinar con mi madre. Empiezo a servir y los señores se unen. Le entrego el plato a cada uno.

Daniel mira raro la tortilla.

—¿Eso se come?

—¿Disculpa?

—¿Que tanto tiene? —Revisa la comida con el tenedor.

—Pues, vidrio molido, rata licuada, vello de la barba de Dumbledore y un pedazo de nariz de Voldemort.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora