CAPÍTULO VEINTISIETE

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Elizabeth

En cuanto la camioneta frena, yo abro la puerta y salgo corriendo a lo que mis piernas den hacia dentro del aeropuerto. 

Necesito encontrar pistas, buscar a mi perro y encontrar a los culpables. 

Elijah debe estar sin comer, triste, solo, nervioso, sucio... mi pobre bebe.

Un guardia me intenta detener, pero yo le enseño mi placa y grito que se mueva de mi camino. Busco con la mirada la misma puerta por donde salieron, pues en otro vídeo que Peter consiguió se vio el numero 45 de la puerta en cuanto la cerraron. 

Recorro medio aeropuerto con Daniel y el resto de la Élite detrás de mi. Daniel se detiene a preguntar por la puerta a un oficial y este nos guía directo a ella. Corremos y abro la puerta, saliendo al aire libre. A la aerovía vacía, solitaria. Corro hasta ubicarme al angulo donde la cámara capto a mi perro siendo sacado de la camioneta. Ambas cámaras dañadas.

—¿Por que no han arreglado estas cámaras? —me giro hacia el oficial.

—Lo siento, señorita, pero no podría darle información —dice—. No era mi turno. Es mas, las estoy viendo dañadas por primera con usted. —Voltea a ver a mi equipo y se gira hacia mi—.¿Que sucede?

—Una banda criminal se llevo a mi perro militar. 

—Demonios —pone una mueca—. Lo siento muchísimo.

—No lo haga —lo corto, volviendo para mirar a Daniel—. ¿Que hacemos? 

—No lo se —contesta pensativo—. O si. Cada uno de ustedes —se dirige a los soldados—, quiero que vayan e interroguen a todos los guardias de seguridad. Yo iré a hablar con el gerente de este lugar. 

—Te acompaño —doy un paso adelante, pero Daniel me detiene con un gesto. 

—No, quédate aquí con Peter y el oficial —se acerca y me da un beso en la frente—. Usted oficial, va enviar a traer al que estaba en guardia esa noche. Ahora. 

—¿Estas seguro, Dani?

—Si. No te preocupes... y ten cuidado.

Una hora después tenemos... nada. Los guardia nos vieron nada y Daniel aun no regresa de su charla con el gerente.

—¿Crees que puedas hackear el sistema de las rutas internacionales? —inquiero hacia Peter.

Peter mira al oficial y con los labios apretados tragándose una carcajada, empieza  a teclear.

—Eso es ilegal —murmura el oficial.

—No me digas —volteo a verlo—. ¿Si sabes que tenemos permitido hackear todo hasta los archivos de la Casa Blanca, no?

—No lo se, nunca había escuchado de ustedes al punto de saber eso.

Guardo silencio. ¿Como que no sabe sobre nosotros? Lo estudio de arriba abajo y el tatuaje de ave que tiene en la mano me hace desenfundar mi arma al instante.

—Pero, ¿que paso? —grita Peter aferrándose a su computadora.

El hombre sonríe desenfundando su arma y antes de que logre sacarle el seguro, suelto una tanta de tiros enviándolo al suelo.

—Eh... Coronel, la general mató al oficial —escucho a Peter hablar detrás de mi. 

Yo me llevo la mano al pecho y con la otra sigo sosteniendo el arma.

—Era un italiano —le digo a Peter—. Traía el ave tatuada en la mano.

—Mierda —murmura concentradose en su computadora otra vez.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora