CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE

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Elizabeth.

Señalo la pizarra que está a mi lado izquierdo y giro un poco mi cuerpo para que pueda tener una posición más cómoda entre girar la cabeza al mirar la pizarra y observar a los estudiantes.

—Aqui lo más importante es que sepan el porqué están seguros, somos la única institución que se preocupa por todos y cada uno de sus soldados —los miro—. Por eso, es que ustedes al ingresar como cadetes, tendrán un chip justo aquí —toco mi nuca.

»Este chip es quien nos da los signos vitales y por supuesto, su ubicación. El chip funciona con los latidos del corazón, una vez el corazón deje de bombear sangre, el chip será inservible. Es muy preciso y útil. Es todo lo que les diré. La mayor información de las dará la capitana Monroe —señalo a Lexi que está a tan solo un metro.

Muevo mis ojos por todo el salón. Un chico de cabello oscuro, levanta la mano y le doy la palabra. Reviso mi reloj, tengo un vuelo en diez minutos.

—Ministra, ¿en el caso de que nos saquen el chip ustedes lo sabrían?

Me cruzo de brazos y de piernas, dejando casi todo el peso de mi cuerpo en la pierna izquierda, ya que la derecha me duele. Ayer tuvimos otra misión y me lesioné el pie. Esta mañana Nia me regañó y me exigió que me quedara en casa reposando. Yo no reposo, tengo cosas más importantes que hacer. Pero el maldito pie no deja de punzar, una y otra vez.

—Por supuesto, nos basaremos en sus signos vitales. Si sus latidos y pulso estaban buenos y de la nada deja de funcionar es porque lo saca... —me callo.

Miro a la nada y siento un mareo horrible. Me sostengo de la pizarra, los latidos de mi corazón retumban en mis oídos. Mi respiración se agita y siento que me estoy quedando sin aire.

—¡Largo todos! —Grito cómo puedo.

Los soldados saltan de sus lugares y salen casi corriendo del salón. Lexi se acerca a mi y me toma del rostro.

—¡Estás palida que sucede!

Le quito las manos de mi rostro y doy un paso hacia atrás aún con mareo.

—Repite lo último que dije.

Me mira con el ceño fruncido.

—¡Repitelo!

—Ok, ok... Si sus latidos y pulso estaban buenos y de la nada deja de funcionar es porque lo sacaron.

Mi mente vuela y un gramo de esperanza crece en mi.

—¡Vamos!

Salgo del salón, con las manos temblorosas presiono el botón del ascensor. Me muerdo una uña de los malditos nervios, me van a consumir en cualquier momento.

Tres minutos nos toma llegar a la oficina de los hackers. Todos están trabajando en su computadora correspondiente.

—¡Largo todos! —tambien los saco a ellos—. ¡Tu no, Ivanova!

Olivia vuelve a sentarse sin quitar su mirada de encima. Una vez todos afuera, le ordeno a Lexi que busque a Ivanov. ¿Donde mierda está metido?

—Ivanova, busca el expediente de Daniel.

—¿Eh?

—¡El maldito expediente!

Levanta sus manos rindiendose. Teclea y las pantallas grandes que cuelgan del techo se encienden. En todas sale la misma información. Los datos personales de Daniel, títulos, cargos..., y su fotografía. La barbilla me tiembla al verlo. Los ojos idénticos a los de Nia, las cejas pobladas, la pequeña sonrisa, el cabello negro, el aro que tanto le gustaba tener en la nariz. Trago saliva, yo puedo. Dejo a un lado el rostro de mi esposo y miro a Olivia quien sigue con el ceño fruncido.

LA MISIÓN DE AMARTE  [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora