6: Papá gato con muchos sueños

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En el momento en que Emma entró al estudio de pilates con Estela, su instructora Jessica se impresionó

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En el momento en que Emma entró al estudio de pilates con Estela, su instructora Jessica se impresionó. Esa no era la futura novia que había entrenado hacía dos semanas. Parecía que su alumna Emma se había quedado en Italia.

—Hola, Jess. —Emma mantenía su mirada baja, le avergonzaba su apariencia frente a su instructora—. Desde hoy, a veces vendré con mi gata Estela. —No estaba de suficiente humor para explicar que Estela no era solo su gata.

—Buen día, hermosa novia. Oh. ¡Es hermosa! —se acercó a acariciar la cabecita de Estela, mientras Emma echaba al suelo su bolso—. ¿Cómo estuvo la boda? ¿La luna de miel?

Emma bajó a Estela sobre el suelo, y colocó sus manos en su cintura. Estaba usando un hoodie y le apenaba mucho sacárselo.

—Engordé. Comí de más en la luna de miel —decidió sacarse el hoodie. Jessica la había visto en sus facetas anteriores, a la mierda. Se acomodó su bra, tenía una panza hinchada debajo de sus leggins de cintura alta.

—Oh. ¿No es un bebé por si acaso? —habló con complicidad, guiñándole un ojo y soltó una carcajada sonora.

—No. Es comida —dio media vuelta para meter su hoodie en el bolso.

Su corazón comenzó a latir de prisa. Trató de mantenerse serena. Jessica era como gran parte de la población: no sabía elegir temas para hacer chistes. Mientras Jessica se alejaba a poner música para la clase, Emma, arrodillada en el suelo, se miró al espejo que tenía delante.

Ese es el siguiente tema de conversación después de casarse: los bebés. Las personas tienen una necesidad compulsiva de hablar sobre bebés con los recién casados. Y Emma sabía que debía aprender a tolerar esa clase de comentarios, podían venir en cualquier momento y de cualquier parte.

—¿Estás lista, cariño? —le preguntó Jessica.

Emma se levantó.

—Sí.

Colin se encontraba conduciendo su Benz cuando decidió ponerse la chaqueta de mejor amigo. Llamó a Eugene, porque llevaba desde el viernes sin responderle los mensajes. Eugene contestó casi inmediatamente.

—¡Perrote! —gritó.

—¿Ya no perrito? —sonrió mientras mantenía su mirada firme a la calle.

—No. Ya eres señor.

—Claro —siguió sonriendo—. No te contesté porque no tenía ganas, además, regresé de Italia, fui a la universidad, tomé mi camioneta y conduje hasta Malibú con Emma. Estuve realmente ocupado siendo señor.

—¿Esa es tu manera de comenzar a restregarme tu bello matrimonio? — Colin rio en silencio—. ¿Es tu manera de dejarme en claro que de ahora en más tu esposa estará primero?

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora