61: Terremoto de magnitud 8

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—¿A qué hora abrimos los regalos? —preguntó Gillou cuando el postre estaba terminado y las copas rellenadas por una cantidad olvidada de veces

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—¿A qué hora abrimos los regalos? —preguntó Gillou cuando el postre estaba terminado y las copas rellenadas por una cantidad olvidada de veces.

Seguían en la mesa, conversando.

—Buena pregunta. —Emma lo apuntó con su dedo índice y arrastró su silla para atrás—. Los niños queremos abrir los regalos —se levantó, y agarró a Colin del brazo para levantarlo también. Colin se puso de pie con torpeza, casi derramando su copa de vino sobre el mantel—. ¡Vamos! Hay mucho que abrir —dijo Emma, revoloteando como una mariposa hacia los regalos.

—Sí, ¡muchas sorpresas! —Olimpia les apoyó, siguiéndolos a la sala donde se encontraba el árbol con todos los regalos.

—Muy bien. Abran paso a los grandes. —Jake entró a la sala y se sentó desplomado en una butaca pequeña para pies, mirando hacia el árbol—. Exijo ser el primero en recibir regalos por ser el anfitrión. Colin, ¿qué me compraste?

—Eh... —Colin miró a Emma, quien agarró la bolsa negra de Nike, y dijo:

—Para ti, anfitrión —hizo una reverencia cuando le entregó la bolsa.

—¡Que lo abra! —gritó Gillou. Estaba tratando de no aburrirse mientras esperaba su turno de recibir regalos.

—Ya que insisten tanto. —Jake abrió la bolsa y de ella sacó una camiseta de aquellas para correr. Específicamente para correr sobre su cinta. Le sonrió a Emma, después a Colin—. Gracias, florecita. Gracias a los dos.

—No quiero arruinar mi regalo —dijo Gillou—, pero, aajj, qué más da, yo te compré una botella de acero. Quisiera destacar que todos apoyamos tu afición a correr en tu cinta, pero, personalmente, me gustaría que algún día te inscribas a una maratón. Creo que lo harías bien.

—¡Buu! —J.J. abucheó a Gillou—. Búscate otra táctica.

Gillou agitó su puño en señal de enojo y se sentó con los brazos cruzados, al lado de Gael.

—Gracias —Jake miró a Gillou—, gracias, Gillou, por creer que no infartaré antes de completar un kilómetro. Y gracias por la botella de acero.

—¡Bien! —Emma, quien se encontraba parada junto a Colin, aplaudió una vez para llamar la atención de todos. Estaba entusiasmada. Le encantaba dar regalos—. ¿Quién sigue? ¿Yo? Bien —sonrió—. Le entregaré mi pequeño regalo —se agachó a recoger una bolsa de regalo blanca de tienda de diseñador— a mi persona asignada. Bia, este regalo es para ti. Espero que te guste —se acercó a Bianca y le entregó el regalo junto a un abrazo.

—¡Oh, cariño! Muchas gracias. —Bianca le dio un beso en la mejilla antes de que Emma se apartara.

—¡Que lo abra! —gritó Gillou.

—¡Sí! —se unió Olimpia, sentada en el sofá junto a J.J.

Bianca sacó un bolso marrón del interior, lo colocó junto a su cabeza y sonrió con los dientes.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora