35: Princesa guerrera y príncipe valiente

3.6K 543 408
                                    

—Oschner, caaarajo, Oschner

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Oschner, caaarajo, Oschner. —Brice turnó su mirada entre la pantalla de su celular y Colin.

Kurt y Mónica turnaron sus miradas entre un Brice asombrado y un Colin que ahora no sabía qué cara poner además de la de parcialmente irritado y ojos eléctricos. Brice se levantó de su silla y se echó sobre Kurt para enseñarle la maravilla que había descubierto en el cementerio de almas perdidas conocido comúnmente como Instagram.

No hacía más de 10 minutos que Colin tuvo la brillante idea de compartir en su historia la historia de Emma, en la que había sido mencionado. Emma se había tomado una selfi con Estela y había creado una cuenta atrás llamada Los 25 de mi esposo. Completamente clara y precisa. El asunto en cuestión es que Colin no andaba por ahí recordándoles a todos que su cumpleaños era el lunes.

—¿Tu cumpleaños es el lunes? —le preguntó Kurt.

Colin se quedó con las letras esparcidas en su lengua, pues Brice gritó:

—¡Maestro profesor Cohen! —Cuando lo escuchó caminar por el pasillo. Cohen tenía una forma particular de arrastrar sus suelas de tenis gastadas, imposible no reconocerlo. Se asomó a la sala, sus gafas hacían acrobacia en la punta de su nariz—. Tenemos un chisme que implica a Colin.

—Los chismes que implican a Colin alegran mis tardes. —Cohen entró por completo y se acercó al celular de Brice mientras Colin formulaba excusas para no invitarlos a su fiesta sorpresa que no era sorpresa—. ¿Tienes 24? —miró a Colin como si la expresión «¿Qué carajos?» fuese una persona.

—Sí.

—Oh —apuntó la pantalla, después se tocó la barbilla—. ¿Es esa tu mujer? Dijiste que no estaban esperando una criatura.

—No estamos esperando —frunció el ceño. Todos los caminos conducen a hablar sobre un inexistente bebé.

—También lo pensé —apoyó Brice a Cohen, orgulloso de haber conectado neuronas con él—. Está más gorda, como si hubiese tragado un bebé.

—O como si no lo hubiese tragado —dijo Cohen entre carcajadas rancias. Brice entendió la broma, le apuntó con el dedo como si fuese un genio de la comedia y rieron juntos. Kurt sabía lo que venía a continuación:

—Joder —dijo Mónica, cerrando su libro con fuerza—. ¿Cómo pasaron de hablar sobre el cumpleaños de Colin a hablar sobre el cuerpo de su esposa?

Colin sintió a su alma secar su boca.

—Es que nos emociona ser tíos, Monic —respondió Brice, bajando lentamente a su tono confianzudo—. Y pensamos que estaba embarazada.

—No está —dijo Colin. «Joder. No seas cobarde». Iba a hablar, por el amor de Dios, pero Cohen se adelantó a decir mientras se iba:

—A Oschner le gusta las mujeres... anchas. Tal vez ustedes deban bajar sus estándares también o se quedarán solos.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora