Nunca se trató de curar la herida,
sino de aprender a vivir con ella,
de amigarse con ella.
Y Emma estaba lista para intentarlo
una y otra vez, hasta alcanzarlo.
Libro #1 Al Estilo Emma
Libro #2 El Novio de Emma
Libro #3 Las Cenizas de Emma
Libro...
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Emma había visto un DIY en Pinterest, y toda la perspectiva que tenía sobre el árbol había cambiado.
Cargaron en el carrito un árbol verde que llegaba hasta la cintura de Colin. Era pequeño y perfecto para casita de ratón. Lucecitas de colores y guirnaldas también de colores iban adoptadas con el árbol. En cuanto a las esferas, era con ellas que Emma pretendía sellar el estilo Oschner, así que no nos adelantemos a los hechos creativos. También compraron un par de platos con la ilustración de un árbol en medio de cada uno. Compraron recipientes para botanas en forma de Santa y de un reno. En fin, todo lo que Emma encontró y que le gustó.
—Mira. —Emma sacudió ente sus manos una bola de nieve con una casita dentro. Colin sonrió, abrazándola de costado. Se quedaron mirando la bola.
—Llevémosla —sugirió él.
—De acuerdo. —Emma le sonrió y se dieron un besito antes de seguir recorriendo pasillos llenos de artículos de decoración navideña—. Oh, Cole, mira —sintió derretirse cuando vio bastones de caramelo sobre las estanterías.
—Si llevarás todos esos dulces —miró los bombones con envolturas metálicas de colores que estaban en su carrito—, entonces, necesitamos más recipientes.
—¡Buena idea! —le dio un golpecito cómplice en el pecho y comenzó a cargar bolsas de dulces.
En la caja, la amable cajera señaló:
—Cuántos dulces.
—Tenemos muchos hijos —le dijo Colin.
La cajera, con portanombre que decía Betty, miró a Emma con asombro.
—¿Habla en serio? —preguntó, pasando los artículos por el identificador de códigos de barra.
—No. —Emma largó un suspiro dramático, recostando sus brazos sobre la cinta que pasaba los artículos—. Solo tenemos una. Ser madre es un trabajo sin descanso. Los domingos por la tarde, cuando crees que puedes darte tiempo para ti misma, ahí estás, subiendo a tu camioneta para comprar dulces.
Colin selló sus labios para evitar reír, formando una sonrisita con hoyuelos en su rostro. Pellizcó el costado de Emma como parte de su complicidad, y siguió poniendo los artículos sobre la cinta.
—Ajá, tú lo dijiste, chica —le respondió la cajera.
Cuando Emma se marchaba, la cajera vio a Estela sobre su espalda.
—Ah, y tienen una gata.
—Es nuestra hija —contestó Colin, yéndose.
La cajera se quedó pensando si la gata era como su otra hija o si la rubita le acababa de gastar una broma.
—«Ahí estás, subiendo a tu camioneta para comprar dulces» —repitió Colin mientras subía las compras a la camioneta y Emma chupaba un bastón a un costado del vehículo.