42: a, e, i, o, u

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Al mediodía, Colin abrió la puerta del restaurante

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Al mediodía, Colin abrió la puerta del restaurante. Sus dos amigos se encontraban comiendo sushi en una de las mesas apartadas del resto de la humanidad. Pensaron en el cumpleañero (del día anterior) cuando decidieron qué mesa querían ocupar, considerándolo como regalo de cumpleaños. Broma. No eran tan mezquinos, y, mucho menos, al tratarse del (no) cumpleaños del mejor amigo que alguien pudiese tener.

Los dos se levantaron de sus sillas, segundos antes de que él llegara hasta ellos, y, cuando se reencontraron junto a la mesa, Eugene abrió sus brazos delante de él.

—Dime que podemos darte un abrazo de cumpleaños.

—Sí pueden. Pero medio abrazo cada uno —bromeó.

Estaba de buen humor.

No tenía mucho sentido, teniendo en cuenta el ataque de pánico, la discusión con su esposa, la ausencia de sus hermanas y toda la bosta que le cayó encima en forma de depresión, pero había pasado el mejor cumpleaños de toda su vida. Advertí que no tenía mucho sentido. O probablemente tenía todo el sentido, solo para él. Se había cabreado con Emma cuando ella trató de ver el lado positivo en el estacionamiento del campus, pero, cuando se encontraban comiendo pastel red velvet en el sofá, riendo por historias y recuerdos vividos juntos, su mente, automáticamente, comenzó a rescatar los momentos más placenteros del día, como cuando habló con sus hermanas y la fiesta que organizó Emma para los tres. Como cereza del postre, había decidido fotografiar un Polaroid de ellos tres y la publicó como una señal de victoria en la batalla del día contra su papá. Estaba seguro de que su mamá le enseñaría el post, por eso, escribió en la descripción: El mejor cumpleaños de toda mi vida con mi familia, y permitió que todos los Miller comentaran alegremente. Cuando se había acostado a dormir con su esposa, recordó sobre el poder que le otorgaba a su papá para hacerlo sentir como la mierda. Decidió que ya no más. O, al menos, pondría su esfuerzo para no darle ni una parte de él.

Eugene lo abrazó con fuerza.

—Te quiero mucho, hermano —le dio golpecitos amistosos detrás de su cabeza—. Que sigas cumpliendo más años con nosotros.

—Gracias —se apartó antes de que Eugene lo hiciera, los abrazos caducaban pronto para él, luego miró a Alan y le dio un abrazo antes de que el otro tuviese oportunidad de reaccionar.

—Felicidades otra vez. —Alan le estrujó el nuevo hoodie, regalo del suegro/abuelo gato, en medio del abrazo más satisfactorio para su corazón—. Te quiero mucho más que Eugene.

—Ja —dijo Eugene.

Colin rio y le dio un golpecito amistoso a la cabeza de Alan antes de dar un paso atrás.

—Gracias. —Tenía que decirlo—: Los quiero mucho también. Y también espero seguir cumpliendo años con ustedes a mi lado.

—Qué bonito. —Alan regresó a sentarse. Estaba usando el uniforme de la librería, donde había empezado a trabajar, que consistía en una camiseta de color marrón con el logo la librería y sus vaqueros gastados preferidos—. Toma —le pasó una pequeña bolsa de regalo.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora