30: Un nuevo recuerdo

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Emma se esmeró en su atuendo, se preparó como si se encontrara en el estreno de su nueva yo, una que no limita su presente por culpa de su pasado

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Emma se esmeró en su atuendo, se preparó como si se encontrara en el estreno de su nueva yo, una que no limita su presente por culpa de su pasado... O ya veremos. Se puso un jogger y un hoodie sin capucha fucsias, usó un delineador rosa neón para hacerse un delineado gráfico y se hizo trencitas con su trenzador de juguete. Le insistió a Colin en querer trenzarle el cabello como ella, pero solo consiguió hacerle una trencita solitaria, pues «No perdamos tiempo, corazón».

Colin metió su cabeza en su hoodie negro, y, antes de salir, Emma le llenó de besos a Estela mientras le pedía que se portara bien como si dormir no fuese todo lo que hacía cuando no estaba ronroneando por caricias.

—¿Estás segura de que no quieres llevarla? —preguntó Colin mientras bajaban por el ascensor del condominio.

—Segura. No podemos llevarla a un parque de diversiones. No podríamos subir a Shark Frenzy.

—O a West Coaster.

—No subiré a la montaña rusa —adelantó.

—Estaba bromeando. ¿Pacific Wheel? —levantó su puño delante de ella.

—Pacific Wheel —chocaron puños porque todos aman las ruedas de la fortuna.

Camino a Pacific Park, Emma puso su playlist de música en la Benz. Se sentía bien porque estaba con él, pero una parte de su cabeza seguía empeñada en sabotearla, se estaba esforzando para no escucharla. Colin le tomó la mano durante todo el camino mientras fantaseaban juntos con sus vacaciones que, hasta el momento, consistirían en dormir y pasar más tiempo juntos fuera de casita de ratón. Otra vez hablaron sobre vacacionar fuera de la ciudad antes de Navidad, pero no estaban seguros de adónde querían ir.

¿Cabos? ¿Europa? ¿Malibú?

Por el momento estaban Santa Mónica.

Colin estacionó en el aparcamiento de Pacific Park frente al montón de arena. Era de noche y había un viento característico. El cabello de Emma voló con el soplido de la madre naturaleza. Estaba bien. Colin la tomó del codo y ella se dio cuenta que había estado exagerando las cosas, su primera reacción fue la de abrazarlo, colocando su oreja sobre los latidos del corazón de él.

—En lugar de arrepentirme toda mi vida por haberte tratado de esa manera en Coney Island, te prometo que pasaré toda mi vida demostrándote cuánto te amo y cuánto amo ser tu esposa.

Colin la abrazó más fuerte.

—Y yo pasaré toda mi vida tratando de ser el esposo que mereces.

Se miraron y sonrieron.

Un parque de diversiones sobre un muelle no tenía poder alguno para entristecerlos con asociaciones mentales; en lugar de eso, ambos pretendían crear nuevos recuerdos que fuesen lo suficientemente grandes para aplastar a los zombis come mentes. Recuerdos mentales y recuerdos físicos, pues Emma había guardado su Polaroid en su mochila amarilla antes de salir de casita.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora