68: Perdida en Los Angeles

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Emma entró rápido, pero sigilosamente, a la clase de yoga que estaba a segundos de iniciar

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Emma entró rápido, pero sigilosamente, a la clase de yoga que estaba a segundos de iniciar. Esquivó a sus compañeras acomodadas sobre tapetes de colores y se sentó apurada junto a Gen, arreglando los pelitos que salieron de su trenza cuando corría a toda prisa por el pasillo del centro de bienestar.

—Hola —le susurró Gen.

Sentía que no veía a Emma desde el año pasado (pésimo chiste). Pero, en verdad, Emma había desaparecido por completo desde Navidad, y, con Escarlata, Gen había hecho múltiples teorías sobre el paradero de la tercera hada. Las dos preferían pensar que Emma se escapó a una segunda luna de miel con su maridito que pensar que se había ocultado por alguna razón dolorosa. Lo único que les había tranquilizado fue ver, a través del Instagram de J.J., que los Miller no estaban encabezando ninguna campaña de búsqueda. Los Miller habían cenado juntos en Nochevieja, así que ambas pudieron asumir que Emma estaba a salvo con su esposo en alguna parte del planeta.

—Hola. —Emma le sonrió como siempre.

Al final de la clase, caminaron juntas a los casilleros.

—¿Por dónde anduviste? —Gen ya no soportó el misterio.

—Pues...—Emma abrió su casillero y sostuvo la puerta con su mano—. Me escapé con Colin. Es que... —suspiró— tengo mucho que contarte, Gennie.

—En ese caso, podemos ir a mi casa.

—Sí...—hizo una pausa—. De acuerdo. Esto requiere privacidad.

¿Esto requiere privacidad?

A Gen no se le ocurría que pudo haberle pasado a Emma en esos días. Emma había estado notablemente emocionada por su primera Navidad y su primer Año Nuevo con Colin. Gen no podía imaginar un mal desenlace a todo eso, pero... ese suspiro y esa necesidad de hablar en privado.

¿Qué estaba pasando?

Se encerraron en la recámara de Gen luego de que una mucama les sirviera mini emparedados con zumo de frutas. Gen se sentó en el borde a los pies de su cama mientras Emma caminaba de una pared a otra con los pies descalzos y un mini emparedado en su mano.

—Emmy.

—Pía se embarazó —anunció sin dejar de caminar de un lado a otro—, pero supongo que eso ya lo sabes porque está en todo Instagram. Gracias por no haberme escrito para hablarme al respecto. Ni tú ni Carla.

—Bueno, no sabíamos si debíamos hacerlo. Esperábamos recibir la noticia de ti, como tía que serás. Espera —¿Cómo no pudieron conectar esos dos cables? —. ¿Te escapaste con Colin por algo relacionado al embarazo?

—Me sentí como un pedazo de basura —dejó el mini emparedado sobre una estantería de libros. No podía comer. Quería llorar—. Debiste haberlos visto, debiste haberlos escuchado. No les importó mi presencia. Celebraron como si mi dolor no existiera. Nos fuimos de la cena, y me desmoroné cuando llegué a mi departamento. Al día siguiente, Colin me llevó a una cabaña aislada y nos mantuvimos ahí hasta el sábado por la mañana.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora