Nunca se trató de curar la herida,
sino de aprender a vivir con ella,
de amigarse con ella.
Y Emma estaba lista para intentarlo
una y otra vez, hasta alcanzarlo.
Libro #1 Al Estilo Emma
Libro #2 El Novio de Emma
Libro #3 Las Cenizas de Emma
Libro...
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Colin había deseado llevarlos a patinar en el Rockefeller Center, pero no consiguió entradas como era de esperarse en esa época del año, sin embargo, consiguió suficientes para una pista ubicada junto al Río Este. No estaba junto al emblemático árbol navideño, pero la situación no estaba mal. Sus hermanas se estaban divirtiendo, incluso Thomas se estaba riendo.
Era de noche. Había luces navideñas por todos lados, a sus costados y sobre sus cabezas formando un techo luminoso. Las luces se reflejaban sobre el hielo haciendo un juego de luces fantástico. En los altavoces sonaban villancicos. Michael Bublé, Mariah Carey y otros que cantaban su propia versión de las mismas canciones de siempre.
Emma estaba hermosa como en todo momento, usando un jogger blanco con un abrigo gigante de poliéster color rosa chicle, con un gorro y guantes color crema como una necesidad por el intenso frío. Colin, quien avanzaba de vez en cuando sujetándose del hombro de alguno de ellos, no podía creer lo que estaba viviendo. La primera Navidad con su esposa.
Su esposa Emma.
La más hermosa y encantadora del planeta.
Emma estaba sosteniendo la mano de Heidi cuando Thomas celos Oschner le tomó la otra mano. Los cuatro dejaron ligeramente de lado a Colin por ella, los cuatro querían patinar con Emma.
Es que Emma era un parque de atracciones. Estar con ella equivalía a la primera visita de un niño pequeño a un parque de atracciones. Emma estaba llena de luces de colores que aumentaban el tamaño de las pupilas de los cuatro. Todo con respecto a ella era una novedad placentera para ellos. Emma contaba las mejores historias y los mejores chistes, tenía la risa más contagiosa que ellos había oído en sus vidas, era una bromista nata cuando se trataba de picar las costillas de Colin con algún comentario. La amaban infinitamente.
—¿Oigan? —Colin le tenía tanto miedo a la caída como en el patinaje sobre ruedas. Consiguió alcanzarlos a duras penas—. Gracias por dejarme atrás.
—¡Amorcito! —Emma se deslizó hacia él. Los cuatro rieron al escucharla decir amorcito, les resultaba bastante simpático y especial. Emma enganchó su brazo al de Colin—. Discúlpanos. Nos emocionamos de más con la musiquita.
—¿Cómo es posible que seas buena en todo?
Emma le sonrió de costado, levantando sus cejas. Colin negó con la cabeza, aguantándose para no reír porque se suponía que estaba molesto con todos ellos, pero le era increíblemente complicado mantenerse serio cuando Emma hacía un chiste sexual completamente inapropiado, pero conveniente.
—Tengo hambre. —Heidi rompió la tensión.
Colin remangó su abrigo para verificar la hora en su reloj.
—Nos quedan quince minutos. —Había comprado pases para una hora—. Disfruten patinando con su Emma por un rato más.
—¿Nuestra Emma? —Mercy, quien vestía completamente de rosa, soltó una carcajada que sonó como ja—. Vas entendiendo de quién es Emma cuando está con nosotros.