UNOS MESES DESPUÉS
—Corazón, creo que podemos irnos. —Colin miró cómo Emma empujaba su maleta de mano desde la recámara vacía hasta la sala vacía donde él se encontraba esperándola con dos maletas grandes y Estela.
—Lo siento. Me dio ansiedad y pensé que quería hacer mi último pipí en el retrete. —Emma soltó la maleta cuando llegó hasta Colin—. Y bueno —suspiró profundo.
—Y bueno —sonrió.
—No nos despedimos de casita de ratón.
—Pensé que llevábamos una semana consecutiva despidiéndonos de casita de ratón.
En verdad, Emma se la había pasado dando suspiros largos, melancólicos y sobreactuados mientras movían cajas llenas de sus pertenencias y decía cosas que sonaban como:
«—Casita de ratón, nos regalaste un techo en los mejores primeros meses de casados y presenciaste el mejor sexo matrimonial en la historia de la humanidad».
Anoche habían hecho el amor en la recámara vacía, sobre un colchón inflable y unas sábanas de princesas, y decidió recordar mientras era penetrada:
«—Nos estamos despidiendo de estas cuatro paredes».
Habían vivido un mes en un hotel en Boston mientras buscaban su nuevo hogar, que no había sido fácil de encontrar basándose en el exigente comprador que era Colin Oschner. Pero entonces una casa familiar a estrenar llegó hasta ellos, o ellos llegaron hasta ella, como sea, había sido un encuentro divino. La vieron de frente y todas las piezas del rompecabezas se acomodaron. Inmediatamente imaginaron a la Benz aparcada en la cochera de la derecha, flores en el pequeño jardín delantero y un reno colgado en la puerta blanca en la próxima Navidad. Adentro, imaginaron calcetines caminando sobre el piso de madera y besos escalando por la escalera. El horno para pizzas de la cocina les dejó boquiabiertos. De pronto, Emma sintió deseos de conocer a la arquitecta. Había tres dormitorios en el piso de arriba. Había dos estudios en la casa, uno abajo y otro arriba. Emma se adueñó del de arriba, imaginando todos sus lienzos con sus desastres artísticos. También imaginó todos los cachivaches intelectuales de Colin en el estudio de abajo. El jardín trasero era lo suficientemente amplio para tener un columpio y un tobogán de madera, era lo suficientemente amplio para niños. Pero, a pesar de haberse encontrado con su perfecto hogar, aquel con el que habían soñado día y noche, dolía soltar el picaporte del departamento que los guardó por tanto tiempo, en el que habían reído, llorado y gemido, en el que habían pasado sus mejores primeros meses de recién casados.
—¿Podemos despedirnos por última vez? —preguntó ella.
—Podemos.
Primero, caminaron a la recámara completamente vacía.
—Adiós cuarto donde di mis mejores siestas —dijo ella.
Emma caminó hacia el baño mientras Colin miraba cada centímetro de la habitación que lo rodeaba. Él recordó el día en que conoció el departamento, unas horas antes de decidir mudarse entre sus cuatro paredes. Recordó lo grande que le pareció esa habitación para él solo, y cómo meses después le terminó faltando espacio para los dos.
—Adiós ducha de las mamadas.
Colin rio, pero Emma sonaba tan en serio.
—Vamos —Emma largó un suspiro—, todavía falta la cocina y el comedor y la sala y el baño de huéspedes donde me disfracé eróticamente en cuatro ocasiones.
—Despidámonos de ese baño —sonrió.
Se despidieron del baño, de la cocina donde hicieron sus mejores comidas y el comedor de los desayunos nocturnos, dejaron la sala para el final. Aunque cada rincón de casita de ratón era perfecto y estaba pintado con los mejores recuerdos, la sala tenía su aspecto especial, tal vez por todas las veces que la usaron para bailar o todas las veces que hicieron el amor sobre un sofá que ya no estaba, tal vez porque había sido el lugar donde más tiempo habían pasado.
—Justo aquí —Emma apuntó el suelo— te gané en Twister.
—Justo aquí —Colin señaló donde había estado la mesita de centro— te gané mil veces en ajedrez.
—Ja, ja. —Emma lo abrazó de costado, mirando la sala.
—¿Ya podemos cerrar este libro? —Colin le dio un beso en la cabeza.
—Ya podemos abrir el siguiente.
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El Renacer de Emma© #4
RomanceNunca se trató de curar la herida, sino de aprender a vivir con ella, de amigarse con ella. Y Emma estaba lista para intentarlo una y otra vez, hasta alcanzarlo. Libro #1 Al Estilo Emma Libro #2 El Novio de Emma Libro #3 Las Cenizas de Emma Libro...