71: Viva

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Una gaviota se posó frente a la puerta de cristal y le pareció buena idea picotearla

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Una gaviota se posó frente a la puerta de cristal y le pareció buena idea picotearla. Emma, quien dormía con la cabeza sobre el pecho desnudo de su esposo, abrió sus ojos cuando escuchó dos picotazos fuertes de seguido, encontrando a la gaviota curiosa tratando de entrar a la casa para desayunar, probablemente los bordes sobrantes de la pizza corazón.

—Cole —susurró.

—¿Hm? —Colin abrió un ojo y le dio un beso en los labios.

Emma rio en silencio y extendió su brazo por encima del pecho de Colin para señalar a la gaviota con su dedo.

—Mira. ¿Por qué los animales son tan curiosas con nosotros? Primero el ciervo, ahora una gaviota. Yo creo que tú eres su príncipe.

—No me robes. Yo te dije que eres su princesa cuando apareció el ciervo, y hoy está más que comprobado. Por cierto, buenos días —giró y la acorraló debajo de su cuerpo.

Emma le sonrió, sin embargo, terminó distraída con la gaviota que se marchó volando.

—Y se fue.

—Emmy.

—Ya te sentí.

Imposible no hacerlo cuando ambos estaban desnudos y él tenía una enorme y gruesa erección sobre el pubis de ella.

—Vaya, ¿qué? Yo solo quería decirte que no puedo creer que nos quedáramos dormidos en el piso cuando pagamos para hacer el amor en la cama de arriba.

—Ah, era eso. Perdón por no dejarte hablar.

—Te perdono.

Rieron mirándose y, a continuación, se besaron, añadiendo cada vez un poco más de leña a su fogata. Emma colocó una mano sobre el pecho de Colin, y, con un empujón, hizo que él se acostara sobre la manta. Trepó sobre él, sentándose a horcajadas sobre la erección que le produjo un apetito voraz a esa primera hora de la mañana (como todas y cada una de las mañanas), entonces, movió sus caderas delicadamente, frotando su vulva contra el pene de su esposo. Extendió sus brazos arriba y levantó su cabello. Colin se terminó de rendir erógenamente en manos de su princesa guerrera, y Emma lo sabía, sabía cuán dominado tenía al príncipe valiente, y eso le encantaba. Detuvo sus movimientos de olas y posó sus manos sobre el pecho de su presa, sintió rico cuando Colin la sujetó de las nalgas, pero era hora de entrar en escena. Emma le sonrió y, lentamente, se deslizó hacia abajo, dejando marcas indelebles con sus labios. Colin sintió la respiración sobre su pene y casi se infartó cuando no obtuvo su súplica al cielo, abrió sus ojos, levantó su cabeza y se encontró con la mirada inocente de su esposa.

—Es que necesito mi labial —dijo ella, con la cara muy cerca de un pene erguidamente desesperado.

No necesitaba su maldito labial. Estaba retrasando todo porque sabía que estaba siendo desesperadamente deseada por él. ¿Conocen a la chica deli deli? Es la misma que juega a enloquecer erógenamente a su esposo.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora