24: Castillo en Neptuno

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Habían despertado cerca de la hora del almuerzo

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Habían despertado cerca de la hora del almuerzo.

Colin cocinó un especial de espaguetis con albóndigas como detalle romántico de aniversario, porque le había prometido días atrás que cocinaría para ella, además, destaparon una botella de vino que solo él bebió.

Entonces, brindaron con una copa de vino y una lata de Coca light. Luego, comieron helados y besos como postre, y, más tarde, tendieron una manta en la arena y se sentaron frente al océano en un día ordinariamente otoñal. Hacía frío, el cielo amaneció y permaneció gris, pero ellos estaban bien protegidos con sus sudaderas y pantalones largos, hasta Estela estaba usando una chaqueta rosa.

—¡Foto en familia! —Emma atrapó a Estela, y gateó hasta Colin.

—¿Quieres que la tome? —Él agarró la bendita cámara instantánea que se encontraba sobre la manta.

—Sí —lo abrazó del cuello, posando para la selfi.

Colin estiró su brazo, sosteniendo la cámara, apretó un botón, la cámara hizo un sonido especial y la foto cuadrada se deslizó afuera. Se tomaron otra en la que se dieron un beso en la boca y una última en la que ambos le daban un beso a Estela por cada lado de su cabeza. Esperaron unos minutos para que la tinta revelara cada una de las fotos.

Colin rio al ver la cara de Estela en la primera foto.

—Mira su cara de odio aquí —le puso la foto enfrente, entonces, se dio cuenta que ella se había quedado mirando las otras dos—. ¿Estás bien?

—Eh, sí —se forzó.

En ese momento, sopló un viento desprevenido tan intenso que su gorra amarilla de pescador salió volando de su cabeza, alejándose de ellos a una velocidad de carrera.

—Yo lo traigo. —Colin se levantó de inmediato y corrió en busca del gorro que luego de dar vueltas en el aire terminó su camino a metros de la manta.

Emma giró para ver a su gorra, se sostuvo firme poniendo sus manos sobre la manta, enterró sus dedos entre la arena que se encontraba debajo. Miró a Colin levantando la gorra en señal de victoria mientras trotaba hacia la manta. Emma volvió a sentarse en sentido contrario y tomó las fotos en sus manos.

—Sana y salva. —Él le colocó la gorra, aplastándola en su cabeza.

—Mi héroe —sonrió y le dio un abrazo, sosteniendo con fuerza las fotos en su mano derecha. Colin le dio un beso en la mejilla, abrazándola más. Emma cerró sus ojos mientras seguían enlazados, soltó una lágrima que terminó mezclándose con la arena—. Te amo mucho.

Colin la tomó del mentón y vio los ojos ligeramente llorosos.

—Yo también pienso en Estrellita. Hoy es inevitable no hacerlo.

Emma lloró un poco más.

—Estoy feliz.

—También yo. Muy.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora