32: Zombis come pavos

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Emma movía sus hombros mientras cantaba Our Song con acento country, y Estela en su regazo, cuando Colin los metió al aparcamiento del supermercado

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Emma movía sus hombros mientras cantaba Our Song con acento country, y Estela en su regazo, cuando Colin los metió al aparcamiento del supermercado. Otra divertida compra nocturna más.

El tono de voz de ella comenzó a disminuir a medida que se acercaban a los compradores de última hora. La ciudad entera estaba acelerada como en cualquier película apocalíptica. Las personas subían sus compras a sus coches como si hubiesen declarado una pandemia hacía minutos atrás. Taylor country dejó de cantar súbitamente cuando Colin apagó la camioneta. Emma se preguntó si acaso él no había procesado el escenario o si no le importaba, lo cierto era que Colin deseaba meter su cabeza dentro de un pavo para no ver lo que estaba pasando, y lo peor de todo era que no tenía una excusa.

Había dejado sus compras de Acción de Gracias para el día antes porque a veces era un perezoso. Emma había permitido que Colin se quedara dormido en el sofá como un perezoso cada una de las veces en las que pudieron ahorrarse la escena apocalíptica de la lista de compras, porque ella era el perezoso hembra.

Bajaron de la Benz en silencio. Los tenis de Emma pisaron el pavimento que por poco temblaba debido a las pisadas de personas apresuradas. Colocó a Estela sobre sus hombros y rodeó la camioneta para reencontrarse con Colin.

—Hay mucha gente —señaló Emma.

Si ella fuese él, se respondería con un seco y poco amable «Cállate», pero, como él era él (el esposo más dulce), respondió tomándola de la mano para caminar juntos (civilizadamente) en dirección a la puerta mientras a sus costados estallaban armamentos militares contra los zombis come pavos. Pero, una vez que las puertas automáticas se abrieron delante de ellos, no pudieron seguir actuando con paz en medio de una batalla.

—Hay mucha gente. —Emma se desesperó, soltó la mano de Colin mientras su amígdala se activaba y su cerebro segregaba adrenalina a lo enfermo. Joder. Pudo escuchar a su papá «Quiero darte un consejo de viejo a recién casada»—. Mi papá me advirtió sobre esto.

—Y no lo escuchaste.

—Y eso es exactamente lo que quiero escuchar ahora.

—Hm, perdón. Será rápido. —Ni él creía en sus palabras. La sujetó de la mano otra vez, pero, antes de entrar al campo de batalla, tomaron un carrito abandonado por personas que asumieron su derrota.

Colin empujó el carrito mientras Emma trataba de seguirle el ritmo entre personas felices, personas apuradas y personas estresadas.

—¡Au!

Colin escuchó el quejido de Emma.

—Amor —frenó y volteó con preocupación.

—Un señor me empujó —miró hacia un lado buscando al adversario que se había perdido entre los demás. Y, justo cuando Colin pensó que tenían suficientes puntos débiles, a Emma se le ocurrió sacarse la mochila en medio de un supermercado en víspera de Acción de Gracias—. Sacudió a Esteli.

El Renacer de Emma© #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora