—Matt se va a casar.
Eso había sido todo lo que Hanniel dijo antes de romper a llorar al otro lado de la llamada telefónica. Había intentado marcar el número de Alec varias veces sin éxito, hasta que este le explicó a través de un mensaje que estaba en Países Bajos. Entonces el otro no tardó ni diez minutos en comprar una tarjeta de cinco dólares para llamadas internacionales y volver a pulsar el icono de teléfono.
Durante varios segundos, lo escuchó respirar pesadamente y, después de juntar el valor de pronunciar esa frase, se quebró.
Alec nunca lo había visto (ni oído) llorar, así que permaneció callado. No sabía qué decir para consolarlo, porque no tenía ni idea de cómo estaba Matt desde antes de final de curso. Solo se enteró de que había empezado a relacionarse con otros amigos, a salir con Bethany y a ignorar a Hanniel.
De modo que se arriesgó a preguntar lo único que se le ocurrió:
—¿Tan pronto?
—En septiembre.
Se atragantaba conforme lloraba.
Por lo visto, Matt había publicado las fotos de su compromiso con Bethany en alguna parte y Alec no las había visto. Incluso tenían una página web con la historia de su noviazgo y su sesión de fotos, y cuando Hanniel se lo dijo, Alec la buscó para leer la detallada y minuciosa versión de Bethany en contraste con la corta de Matt, que se resumía a mencionar seis o siete veces "cuánto había orado para saber cuál sería el siguiente paso y no jugar con los sentimientos de alguien más", entendió por qué le dolía el corazón a Hanniel.
—Matt me envió la invitación —jadeó—, pero no voy a ir. No puedo. Ni siquiera fui capaz de felicitarlo. Quiero alegrarme, pero no puedo. Me alegraría si no pareciera todo tan... falso.
Alec no dijo nada.
Releyó la versión de Matt una vez más y revisó las fotos. Se veían felices. No conocía mucho a Bethany, pero sabía que apenas llevaban dos meses de amistad cuando se hicieron novios. Ni siquiera él había presionado tanto a Zion para salir.
—Lo siento —murmuró.
—Y lo peor —continuó Hanniel, recuperando el aliento— es que finge que nada pasó. No le ha contado nada a Bethany, y lo entiendo, porque no fuimos nada. Pero sí pasó. No fueron imaginaciones mías. Ocurrió de verdad. Pero ese tema no lo quiere tocar. De ser por él, ni siquiera me escribiría.
—No creo que esté mal hablarlo —comentó Alec por fin, aunque no lograba hallar las palabras adecuadas para tranquilizarlo—, pero probablemente Matt busca lo que le conviene. No puedes saber si ya ha resuelto sus sentimientos.
—Le conozco, Alec.
Alec sopló.
—Matt siempre ha sido así, Hanniel. Toma medidas superficiales para arreglar problemas profundos, y no funciona. Solo trato de decir que ni casarse con una mujer, ni meterse en el ejército, hará que dejen de gustarle los hombres. Eso es algo que él debe lidiar consigo mismo, en su corazón. Y tú también.
—Me gusta Matt desde que tenía once años, Alec. No puede dejar de gustarme.
Frustrado, Alec se pasó una mano por el cabello rubio para desordenárselo. Si ni el mismo Hanniel lo aceptaba, porque probablemente tenía pánico de que sus padres se enterasen, o la universidad, pues lo expulsarían, no podía ayudarlo.
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La milla extra
Teen FictionDicen que un viaje de mil millas comienza con un solo paso. *** Alec creía que conocía a Dios. Había crecido en una familia cristiana, iba a la iglesia, oraba, leía la Biblia, no fumaba ni bebía, ni iba a fiestas. Hacía todas las cosas correctas par...