𝙖𝙣𝙜𝙪𝙨𝙩𝙞𝙖 | 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

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— ¿En qué tanto piensas? Si se puede saber... — preguntó Pedro mientras daba un sorbo a su café.

Ni siquiera tú misma podías describirlo, habían tantas noches en las que fantaseabas con una vida más allá de un simple noviazgo pero realmente no estabas tan segura de sí él iba a la misma par que tú. Con el paso de los años Pascal había abierto caminos para llegar al estrellato, por lo que no podías evitar sentirte un tanto confundida ante tus sentimientos.

 ¿Realmente era un deseo profundo o simplemente añorabas demasiado a Pedro?.

— ¿Amor?...  — preguntó con ligera preocupación ante tu nula respuesta.

— ¿Puedes ser realmente honesto? — preguntaste con un toque de nerviosismo.

— ¿Qué sucede? — una ligera sonrisa se dibujó en su rostro mientras te miraba como si fuera lo único que quisiera hacer. Con delicadeza, dejó su taza de café  para prestar completa atención hacia ti.

Tragaste en seco.

¿Realmente estabas convencida de lo que harías? Absolutamente no, sin embargo, sabías que ya no podías dar marcha atrás. Sobre todo al tener a Pedro como pareja, sabías que no descansaría hasta calmar tu inquietud y la suya.

— Bueno.. — tartamudeaste mientras jugabas con las yemas de tus dedos, Pedro con gentileza tomó tus manos, al ver una clara señal de nerviosismo — Me preguntaba si... — las palabras tenían mucha coherencia en tu mente, sin embargo, al querer expresarlas, eran tan rápidas que resultaban en una especie de vómito verbal, antes de hablar, diste un largo suspiro, lo que ocasionó que Pedro nuevamente riera —Amo la forma en la que eres, tanto por dentro como por fuera, que.. — sus manos vagaron lentamente hacia tu rostro, en señal de que estaba agradecido con tus palabras — Amo la forma en que tratas a las personas, tan dulce y gentil con tus sobrinos, que cada que te miro, ¡Dios! me siento agradecida por solo verlo. Pero estando aquí, justo ahora, mis nervios corren a través de mi cuerpo, que hilar las palabras en mi mente, resultan más sencillos que decirlas.

— Cariño, ¿sucede algo? — pregunta Pedro con preocupación.

— No sé cómo esto podría cambiar nuestras vidas para siempre, si sería algo bueno para ambos o solamente para mi... — no podías evitarlo, incluso aunque no quisieras hacerlo, las lágrimas rodaban por tu rostro, ocasionando que Pedro se levantara de su sitio y su calidez quedara tan cercana a tu rostro.

— ¿Amor? — pronunció entrecortado. Tal vez exagerabas, tal vez aquello ni siquiera era malo y la reacción de Pedro podía ser incluso mejor de la que suponías, sin embargo, últimamente tus emociones estaban a flor de piel, algo que habías identificado semanas atrás. 

Realmente estabas acostumbrada a tu propia compañía, no era algo que te molestara o perturbara en absoluto, al contrario, sin embargo, durante esos últimos días, no podías evitar sentir una especie de vacío que se implantaba en ti cada que Pedro partía, a pesar de que este regresara horas más tarde.

Tal vez la soledad te estaba llevando a la locura y  a duras penas comenzabas a darte cuenta, provocando que, inconscientemente, cayeras en ligeras tentaciones para saciar ese vacío. Al principio solo eran algunos dulces, pero con el paso de los días, aquellos dulces se habían convertido en cup cakes. Sin embargo, eso, parecía el menor de tus problemas, de no ser por suplantar las rebanadas de pasteles por combinaciones de alimentos, que para tu gusto eran aberrantes pero que, para tu loca idea, amabas y saciaban completamente tu ser. 
Hubieras estado aún tranquila, de no ser por aquella vez que intentaste comer una simple fruta con algo de picante, la simple textura de la fruta y el picante, ocasionaron un revoltijo en tu interior. Ocasionando que con ello corrieras lo más rápido posible hacia el baño. Luego de expulsar todo lo que habías consumido durante todo el día, te sentaste agotada en el, helado,  piso del baño.

Tu vista viajó alrededor del baño, tratando de procesar lo que minutos atrás había sucedido. Tal vez la locura se había agravado y estabas un paso cerca al descanso eterno. No estabas enferma, al menos no en el sentido físico pero sí te sorprendía el cambio tan drástico que tu cuerpo presentaba. Suspiraste pesadamente mientras intentabas masajear la sien, intentando con ello disminuir el reciente dolor.

Tu vista recayó en el armario que se encontraba en la habitación. Prestando más atención, pudiste visualizar aquella maldita caja.

' Te atrapé '  murmuraste para ti misma. Instantáneamente tus manos cubrieron tu rostro mientras las lágrimas se dispersaban alrededor de tu cara. Ahora, sin duda alguna, podías descartar la locura de tu interior.

— Nena... — murmuró Pedro al ver el silencio en tu rostro, la preocupación era evidente. Lo cual te hizo sentir apenada, habías estado tan concentrada en tus pensamientos que, olvidaste continuar. ' Perdón ' murmuraste a duras penas.

Tus manos viajaron alrededor de tus jeans, Pedro solo te miraba con atención, tu lucha por buscar lo que sea que estuvieras buscando.

— No quiero arruinar nada de lo nuestro... —mencionaste mientras tomabas sus manos — Pero creo que lo he hecho... — entre sus manos dejaste aquella prueba que confirmaba un nuevo inicio o un nuevo tormento.

Con detenimiento y sumo cuidado leyó cada apartado de la hoja.

— Positivo... — murmuró mientras te miraba sollozante.

— Vamos a ser padres... — murmuraste torpemente, apartando la vista de su rostro. Sus grandes manos tomaron delicadamente tu rostro, ocasionando que lo enfrentaras.

— Y seremos los mejores, amor. Lo prometo — mencionó con seguridad, sin poder evitar llorar. Toda angustia desapareció al sentir sus brazos envolverte y luego besarte, como si su vida dependiera de ello. Tal vez no estaban preparados pero sabías que lo harían juntos.

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Nota:

Ya no sé qué escribir.

𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora