𝙙𝙚𝙘𝙞𝙨𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 | 𝘑𝘢𝘷𝘪𝘦𝘳 𝘱𝘦ñ𝘢

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⚠️ Tomar precaución, ligero contenido sexual⚠️

Le gustaba su rostro, la forma en que sus ojos brillaban, sus labios regordetes, sus pestañas largas y gruesas, la curva de su nariz, perfectamente simétrica para su rostro.

Le gustaba cuando despertaba en las mañanas y podía sentir el calor acogedor a su lado, como le envolvía en sus brazos, o lo bien que se sentía cuando estaba bajo su cuidado.

Le gustaba sentir su respiración justo cerca de su pecho, como su risa propiciaba un momento agradable y la forma inevitable de querer besarla cada mañana,  a cada hora, en todo momento.

Le gustaba cuando se estremecía frente a su cuerpo, como sus manos se volvían torpes, al igual que sus palabras.

Le gustaba cuando gemía su nombre y sus manos recorrían su cuerpo, como sus ojos se cerraban ante el sutil vaivén de sus caderas.

Le gustaba cada aspecto de ella, su forma de ser en las mañanas y la forma en que lo miraba en la cama.

Le gustaba hacerlo en la cama, en la sala, en la cocina, incluso en la ducha, saber que todas las sensaciones, maldiciones y deseos eran por causa suya.

— ¿En qué piensas? — murmuraron detrás suyo. Este ignoró mientras encendía su tercer cigarro del día pero no pudo evitar mirar de reojo al sentir unos brazos rodeando su cuerpo — Vuelve a la cama, te necesito — comentó la chica mientras besaba  su nuca. Javier no se inmutó, simplemente inhalaba de su cigarrillo mientras miraba por la ventana.
Esta logró escabullirse y quedar frente a él
— Tal vez puedas hacérmelo en esta ventana — propuso con picardía — hazme tuya, por favor — suplicó.

Javier le dio una mirada, recorriendo sus ojos, podía notar la lujuria en ellos, pasando a sus labios, mordiéndoselos ansiosamente esperando su resñuesta, se guió a sus senos, acariciando lentamente cada uno de estos y entreteniéndose en el proceso, salió de aquella burbuja al escucharla gemir, buscando fervientemente su cercanía pero sobretodo, su miembro dentro de ella.

Javier sonrió, besando rápidamente sus labios. Con brusquedad la tomó de las caderas, logrando apoyarla contra la ventana. Bombeó de su miembro un par de veces, lo suficiente como para despertarlo y entró en ella. Podía escuchar sus gemidos escandalosos recorrer la habitación y como su cuerpo chocaba contra el trasero de la chica.
Sus embestidas aumentaron, podía ver a la chica maldecir y retorcerse ante sus movimientos, la concentración de Javier pendía de un hilo, por lo que, mientras con una mano tomaba su cigarrillo, la otra estaba sujetando la cintura de la chica.

— ¡Mierda! — gritó la chica al sentir una oleada en su centro. Javier dio una calada a su cigarrillo antes de aumentar sus embestidas, logrando que la chica llorara ante su propia excitación, y en cuestión de segundos, alcanzara el orgasmo.

Javier salió de ella, concentrándose en su cigarrillo.
La chica jadeando e intentando controlar su respiración, caminó hacia él, envolviendo sus brazos en su torso, este podía sentir su propia sudoración, esparcirse contra la de ella.

Esta lo besó fervientemente, sus manos recorrieron su cuerpo, en busca de señales aprobativas. Este le tomó el rostro antes de besar, con fuerza, sus labios.

— Déjame ayudarte — comentó esta mientras tocaba su miembro aún erecto. Javier negó con la cabeza, sintiendo la fricción de su mano.

— Debes irte — mencionó antes de ponerse su ropa interior y tomar su billetera.

— ¿De verdad? — preguntó la chica ofendida ante su acto. Este se encogió de hombros mientras daba una calada más.

— ¿Son tus servicios, no? — preguntó desinteresado.

— Pensé que...

— Pensaste mal — interrumpió, insistiendo en el dinero.  La chica, molesta, tomó el dinero, pudo comprobar que ella se había ido cuando dejó de escuchar insultos hacia él y la puerta azotarse.

Javier apagó su cigarrillo y caminó hacia la cama, pasó sus manos por su rostro mientras suspiraba.

— ¿Qué mierda he hecho? — se cuestionaba constantemente.  Resignado, se acostó en la cama mientras miraba el techo.

Sabía que todo había sido su culpa, que aunque quisiera odiarse a si mismo, él había roto su promesa.
Decir palabras hirientes y sin sentido siempre habían sido su especialidad.

❝ No eres la indicada para mí ❞

Habían sido sus palabras, cada una de ellas mentira.

Ahora se encontraba solo en casa, tratando llenar lo que alguna vez estuvo completo con chicas diferentes cada día o cada noche, pero solo podía engañarse a si mismo, ellas nunca serían aquella chica a la que le rompió el corazón, aquella chica, que alguna vez necesito.

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Nota:

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Tomando en consideración la hora de la ciudad de México.

𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora