Donde escribo historias de Pedrito porque no me pude contener.
o
Donde Wattpad no me da suficiente contenido.
No me juzguen.
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Si lo haces, me enteraré
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⚠️Contenido sexual⚠️
Caminabas por las desoladas calles de Colombia, podías sentir el aire golpeando contra tu piel, sin embargo esto siempre te resultaba agradable.
El sonido de las llantas raspar el pavimento provocó que sobresaltaras. El sujeto abrió la puerta del auto. Diste una mirada rápida hacia ambos lados de la calle, para luego entrar en este sin temor alguno.
El olor a cigarrillo inundó tus fosas nasales, realmente lo detestabas y él lo sabía.
— ¿A caso querías huir de mi, cariño? — preguntó, esparciendo el humo en tu rostro.
— ¿Quién dijo que quería huir? — preguntaste con una sonrisa.
Desde las sombras, escuchaste la sonrisa burlesca de aquel hombre que te robaba los sueños, convirtiéndolos en cada oportunidad, en sueños indecentes.
La luz cálida del faro hizo lucir su piel bronceada, el brillo se apoderaba del vello facial debajo de su nariz y no pudiste evitar sentir un escalofrío al verlo sonreír.
— Vamos, preciosa. ¿A caso soy tan malo? — preguntó mientras acortaba la distancia, ambos podían sentir el aliento del otro pero ninguno jugaría aquel juego de seducción, o al menos tú no cederías.
Con delicadeza, pasastenuna mano sobre tu cabello. Javier Peña se deleitaba con un simple acto. Aunque quisiera evitarlo o negarlo, te habías apoderado eventualmente de su mente y cuerpo.
— Yo nunca diría mentiras — mencionaste mientras te mirabas en el espejo lateral del auto y aplicabas delicadamente un labial rojo.
Javier veía con detenimiento cada uno de tus movimientos, como si con ello, quisieras tentarlo, cosa que estabas logrando.
Este suspiró pesadamente mientras reías internamente.
— Acompáñame a un lugar — comentó el hombre mientras se ponía en marcha.
El silencio reinó por unos momentos, ni uno podía decir alguna palabra pero la tensión era evidente.
— Me pones mal — mencionó Javier mientras golpeaba el volante del auto — Todo de ti, tus ojos, manos, labios — podías ver la intensidad en sus ojos, estos se habían oscurecido en menos de un minuto. Su pesada respiración era música para tus oídos. Internamente gozabas cuando Javier parecía perder los estribos — Aunque no lo digas... — tomó tu rostro entre sus grandes manos — sé que disfrutas provocarme — comentó por último antes de plantar un necesitado beso en tus labios.
