𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

𝙢𝙖𝙧𝙞𝙥𝙤𝙨𝙖𝙨 | 𝘑𝘰𝘦𝘭 𝘮𝘪𝘭𝘭𝘦𝘳

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La relación entre Joel y tú era bastante complicada, las cosas realmente se ponían difíciles. Parecía que ambos trabajaban en diferente sintonía. Ocasionando pequeñas discusiones durante la noche.

Aunque ninguno quería externarlo, les preocupaba que aquello pudiera afectar a Sarah, ella apenas estaba en los primeros años de la adolescencia y realmente los amaba a ambos. Joel y tú podían pelear a muerte pero ante Sarah, aparentaban para no dañarla. En definitiva, su relación estaba completamente quebrada y solo un milagro podía restaurarlo.

Joel se había vuelto tan testarudo y arrogante, bastante irritante. Durante las noches, no podías evitar pensar en cómo habían acabado en aquella situación.
Ambos se casaron muy jóvenes y tuvieron una preciosa hija, Sarah, como fruto de su amor.

La idea de abandonar tu hogar rondaba constantemente en tu mente, sin embargo, el amor hacia tu pequeña hija era lo que te retenía. Sabías que ella los amaba por igual y no querías que tomara partido por alguno.

La gota que derramó el vaso, fue en el cumpleaños número treinta y seis de Joel.
Habías echo a un lado tus sentimientos y te habías unido con Sarah para prepararle una fiesta sorpresa.

Sabías que la hostilidad era común en las personas de la tercera edad pero Joel, parecía ya haber vivido tres veces.

— ¿Qué deseas de cumpleaños, papá? — preguntó Sarah mientras tomaban el desayuno.

Joel suspiró, odiaba sus cumpleaños, en especial los últimos, cuando se dio cuenta que su matrimonio estaba en decadencia.

— Que siempre estemos unidos — comentó con una falsa sonrisa, imperceptible para Sarah pero demasiado obvia para ti.
La actitud de Joel, solo te confirmaba una cosa, realmente ya no te amaba.

Este se fue a trabajar, asegurando que traería un pastel a casa para cerrar con la tradicional fiesta de cumpleaños.

Escuchaste a Sarah recriminar hacia su padre por olvidar su propio pastel. Sin entrometerte, bajaste cuidadosamente las escaleras.

— ¡Si nos hubieras dejado, mamá y yo pudimos haberlo comprado! — su molestia era evidente, Joel te miró y por un solo segundo, creíste que aún te miraba con ojos de amor.

Todo parecía estar en calma, a Sarah se le había pasado el enojo y los tres disfrutaban de una película. Después de treinta minutos,  Sarah se encontraba dormida, luego de afirmar que no lo haría, Joel la llevó a su habitación mientras le esperabas.