𝙡𝙪𝙣𝙖 | 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

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No era sorpresa que las fiestas de cumpleaños no eran lo tuyo, a pesar de que tu exterior expresara lo contrario, no podías evitar sentirte sofocada, sobre todo cuando se trataba de tu propio cumpleaños.
Escuchabas en el fondo las múltiples felicitaciones y deseos, limitándote únicamente a dar las gracias o sonreír.

Ser el centro de atención nunca fue tu principal objetivo, realmente te gustaba pasar a segundo plano y no estar a la vista del ojo público.

Podías sentir el ambiente melancólico, aunque se tratara de una fiesta, podías sentir un vacío en tu ser, lo que te hacía sentir un tanto incómoda.

— ¡Feliz cumpleaños, cariño! — mencionó tu madre mientras te envolvía en un cálido abrazo.

— Gracias... — murmuraste, fingiendo una sonrisa.

Escuchabas a todos corear aquel canción de cumpleaños, sonreías apenada, sin saber si cantar junto con ellos o aplaudir, por lo que al descartar aquellas dos opciones, te propusiste a contemplar el calor de las velas

Cuando dejaste de escucharlos cantar, procediste a pedir el mítico deseo, cerrando los ojos.
Aquello te tomó tres segundos, antes de proceder a apagar las velas, los aplausos inundaron la habitación. Te ruborizaste al instante al saber que aquellos aplausos eran por ti. Tus padres se acercaron a ti y te abrazaron como si no lo hicieran en mucho tiempo.

La fiesta transcurrió con normalidad y cuando menos pensaste, las personas comenzaban a despedirse de ti, agradeciendo por invitarlos.

Tu mirada se centró por un momento en la entrada, suspiraste pesadamente mientras caminabas hacia el balcón.

— ¿Todo bien, cielo? — tu padre preguntó acercándose a ti. Lo miraste con una ligera sonrisa, asegurando que te encontrabas bien 
— Podrás mentirle a tu madre pero a mi nunca — aquello hizo que rieras y este te acompañara — ¿Tal vez esa carita tuya se deba a la ausencia de cierto joven? — preguntó tu padre mientras posicionaba sus manos en tus mejillas, haciendo que lo miraras.

Aquello te hizo abrir los ojos de golpe, escuchando una gran carcajada de tu padre.

— ¿Cuál es su nombre? — tu padre te miró pensativo — ¡Ah, claro, José! — gritó victorioso por recordar.  Trataste de silenciarlo mientras algunos de los pocos presentes posaban sus miradas en ambos.

— Pedro... — tu padre te miró confundido
— a él le gusta que le digan Pedro — completaste.

— Y a ti te gusta Pedro — mencionó tu padre con una sonrisa. Viendo cómo te ruborizabas por completo ante su confesión
— Bueno, si quiere si opinión, yo creo que también a él le gustas — tu padre te dio un abrazo  — No temas sentir, cariño. Creo que el amor es una de las cosas que nos hacen mejores — besó tu frente antes de alejarse.

Suspiraste mientras negabas con la cabeza, al darte la vuelta, la sangre abandonó completamente tu cuerpo al mirarlo de pie en la puerta.

— Pedro... — murmuraste a duras penas. Este sonrió, metiendo sus manos en sus bolsillos.

— Creo que llegué un poco tarde — comentó con arrepentimiento. Negaste con la cabeza.

— ¿Escuchaste lo que...? — intentaste formular.

— ¿Que me gusta que me digan Pedro? — interrumpió — ¿Que te gusto? — este se acercó a ti, rompiendo la distancia — ¿O qué tú también me gustas?.

Tragaste en seco al mirar sus profundos ojos, podías mirar el destello de la luna en ellos, su piel tersa, adornada de vello facial, perfectamente cuidado, sus labios ligeramente regordetes y la forma en que sus ojos se arrugaban al sonreír.

Al salir de aquella burbuja, intentaste descifrar sus últimas palabras.
Lo miraste nuevamente y este ya había posicionado sus manos en tu rostro.

— Lamento no haber podido estar aquí antes, me retuvieron en el trabajo, aún seguiría ahí, de no ser porque logré escapar.

Lo miraste sorprendida mientras negabas con la cabeza.

— No debiste hacerlo, podrías poner en riesgo tu trabajo.

— Tal vez, pero... — la distancia se hacía más corta — haría cualquier cosa por ti, incluso sin pedírmelo.

Una de sus manos viajó hacia la tuya y depositó un suave beso.

— Feliz cumpleaños... — susurró mirándote a los ojos, antes de besar tus labios, en una manera delicada y suave.

Tus manos aprisionaron su rostro, acto que le hizo sonreír en medio del beso. Tal vez era el deseo o simplemente aún no lograbas entender que aquello estaba sucediendo en ese momento.

— Para que me permitas pasar cada uno de ellos a tu lado.

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Nota:

¿Se imaginan convivir con Pedro de joven? Ahhh.

¡Estamos celebrando!

¿En qué momento hemos llegado a treinta historias? Gracias por el apoyo💜.

Pónganse condón que se vienen varias historias. Ah, no, jajaja.

¿Alguna sugerencia?

𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora