𝙚𝙨𝙩𝙧𝙚𝙡𝙡𝙖𝙨 | 𝘥𝘪𝘯 𝘥𝘫𝘢𝘳𝘪𝘯

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Nunca tuve un motivo para quedarme tanto tiempo en un mismo lugar. Siempre procuraba cumplir con mis trabajo, obtener la recompensar y emprender de nuevo, una y otra vez, hasta que la miré, era preciosa, su belleza era inigualable.

Tal vez yo era un tanto torpe y testarudo, por no decir mucho, siempre me consideré alguien solitario, al menos, cuando me refería a compañía. Pero algo en ella, me hacía anhelar su presencia.
Quizá era la manera tan natural en la que me miraba con aquellos ojos, donde el destello del sol los hacía lucir mucho más brillosos que cualquier estrella, o su trato en especial, que profundamente me encantaba convivir con ella.

— ¿De nuevo en Nevarro? — preguntó aquella voz que en el fondo me hacía suspirar. De no ser por mi casco, seguramente podría notar mis mejillas teñidas y la sonrisa en mi rostro — ¿A qué debemos tu visita hoy? — sonrió, no pude evitar suspirar ante ello, tal vez mi inconsciente me traicionó pero sin duda, no podía, más bien, no quería evitarlo — Parece que hoy no tenemos mucha acción — comentó antes de centrar su atención en Grogu — ¿Tú si me hablarás? — preguntó con el ceño fruncido mientras se acercaba a este, tocó levemente su cabeza, algo que el pequeño agradeció a través de sonidos. De nuevo sonrió.

— Lo siento... quisiera algo para el niño y para mi...

— Nada, lo tengo muy presente — interrumpió con una sonrisa — Mando, deberíamos volverte cliente frecuente número uno — Grogu balbuceó, agradecía a este no poder hablar, sino, delataría cada uno de mis secretos — En un momento regreso con su pedido, señor Mando — bromeó.

No pude dejar de admirar su salida, podía ver la calidez de su trato y la forma en que este parecía eclipsar el lugar, robándose la atención de cada presente.

— ¡Oh, vamos! — Cara apareció, haciéndome sobresaltar — No te morderá si la invitas a salir, claro, a menos que tú quieras — de nuevo, ante sus palabras, mis mejillas se ruborizaron, negué con la cabeza.

— Eso es irrespetuoso — comenté — además, ella no saldría con alguien como yo... — confesé. Cara me miró con aquella expresión de qué diablos acababa de decir
— Bueno... yo... — el nerviosismo se había apoderado de mi cuerpo al ver su mirada tan, penetrante — seamos sinceros, ella no busca a alguien como yo y yo, sinceramente no busco nada por ahora — Cara rodó los ojos al escuchar lo último. Claro, todo era mentira y siendo sincero, nunca se me dio bien el mentir.

— Ambos sabemos lo que sientes por ella.  ¿Quién en su sano juicio viene todos los días, a la misma hora y se sienta en el mismo lugar para que la misma mesera lo atienda? — pausó para respirar — además, ¿Quién viene a este lugar sin ordenar algo?
— preguntó con molestia — Vamos, Djarin, se honesto contigo mismo o de lo contrario, disfruta cuando ella esté con alguien más
— sin más, se fue del lugar, no podía pasar por alto la molestia en su voz.

— ¿Ella está bien? — preguntó con preocupación mientras entregaba un plato con comida para Grogu, este río.

— Supongo que no son sus mejores días — mencioné torpemente, golpeándome mentalmente por aquella estupidez.

— Pues... — pausó antes de ver el lugar — espero que se encuentre bien — comentó con una sonrisa, acarició la cabeza de Grogu, justo antes de comenzar a marcharse.

— (t/n)... — mencioné, maldije de nuevo al ver a toda la multitud mirándome fijamente. Esta me miró con el ceño fruncido mezclándose con una sonrisa, sentía la adrenalina correr por mi cuerpo — Gracias...

¿Qué estupidez acababa de cometer? Ella pareció reír ante mi comentario, antes de negar con la cabeza y alejarse del lugar.

Lo que amaba del casco, era que podía hacer los gestos más reales y nadie se daría cuenta pero en aquel momento, sentía el calor en mi rostro.

Intenté despejar mis pensamientos al ver a un Grogu severamente hambriento. No pude evitar reír ante la forma en qué comía mientras hacía sonidos particularmente graciosos.

— ¿Estaré haciendo lo correcto, niño? — pregunté, este simplemente se detuvo y me miró, tal vez me juzgaba con la mirada pero no podía hacer nada, al final de cuentas Grogu no podía hablar aún.

— ¿Todo bien? — apareció de nuevo, luego de un rato. Mi pecho no pudo evitar inflarse y mi respiración agitarse. Una sonrisa se plasmó en mi rostro al mirarla sonreír, sentía algo extraño que, iniciaba desde mi pecho hasta aislarse en mi abdomen, algo que en pocas palabras, era completamente extraño para mi. Asentí.

— ¿Quieres tomar asiento?.

Esta me miró pensativa.

— Estoy trabajando — comentó con una mueca en el rostro, sus ojos me miraron por un largo rato, sintiendo una agradable  sensación — pero... — aquello hizo mi corazón latir con fuerza — en treinta minutos será mi descanso. Si aún te encuentras aquí, con gusto te acompaño — sonreí.

— Esperaría por ti, el tiempo que sea necesario — confesé impulsivamente. Algo que me hizo enrojecer. Rió, no pude evitar contemplar el sonido que salía de sus labios, algo tan majestuoso que parecía irreal.

— Bien, Din Djarin... — y justo ahí morí — te veré en un rato — antes de alejarse, volvió a mirarme con una sonrisa, continuando con su camino. Sin duda, en ese momento me encontraba perdido y quería que ella fuera la única que me rescatara.

La media hora parecía una eternidad, ni siquiera sabía por qué había tomado aquella decisión tan impulsivamente, pedirle reunirse, ¿y después qué? Era pésimo para entablar una conversación más allá de lo amistoso, por lo general siempre terminaban en peleas, algo que, evidentemente con ella no quería.

Sentía el aire invadir mis pulmones, la presión, siendo sincero me estaba consumiendo, ella era alguien agradable y realmente no quería arruinarlo por mis tonterías.
Luego de convencerme lo suficiente, hice a un lado mis miedos y caminé temeroso, de nuevo, hacia el restaurante. Podía sentir mis manos sudorosas, tal vez era el sol ardiente que me hacía sentir demasiado calor y los nervios amenazaban con volver.

Visualice el lugar pero no vi rastro de ella, mil pensamientos se cruzaron en mi mente, uno de ellos, que ante mi torpeza, ella me había dejado plantado.

— ¿(t/n)? — pregunté con nerviosismo. Una de las camareras me miró pensativa, asegurando que esta había terminado su turno hacía diez minutos.
Suspiré pesadamente mientras tomaba a Grogu entre mis brazos y caminábamos fuera del lugar — Parece que no se podrá, niño — mencioné con tristeza — y lo peor de todo, es que ella de verdad me gusta — confesé mientras este me miraba expectante
— Siendo sincero, no sé qué es peor, si confesarte mis sentimientos o que no puedas hablar — este tocó por encima de mi casco, a modo de consuelo, algo que agradecí.

— ¿Así que te gusto? — escuché una voz detrás mío, sintiendo mi respiración agitada. Ahí la vi, tan bella como cada mañana y en conjunto, aquella sonrisa que me alegraba cada uno de mis días.

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Nota:

Hoy tocó algo tranquilo.

𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora