Donde escribo historias de Pedrito porque no me pude contener.
o
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⚠️ Tomar precaución, ligero contenido sexual ⚠️
Los rumores de que el príncipe de Dorne se encontraba caminando por las calles de Desembarco del rey, se había esparcido más rápido de lo esperado.
Algunas jóvenes comentaban que era un hombre bastante atractivo pero tenía una peculiaridad en particular, su adicción al sexo. Escuchar que le gustaba tener acción desde muy temprano o en cualquier horario en particular, te hizo sentir un escalofrío a lo largo de tu cuerpo.
- Tal vez con un poco de suerte este nos elija - mencionó una de las chicas, con entusiasmo, del burdel.
No pudiste evitar pensar en lo que se referían. Un suspiro salió de tus labios, antes de encomendarte en tus tareas.
- Creo que he encontrado a la indicada - mencionó una voz profunda detrás tuyo. Al mirarlo a los ojos, de nuevo, un escalofrío recorrió tu sistema. Podías notar la intensidad en sus ojos y su sonrisa le daba un toque que hacía que tus piernas temblaran.
- Ella no está en oferta - intervino Olyvar al saber sus intenciones.
- Pues has algo para que lo esté.
Aquello te hizo sentir un revoltijo en el estómago. Olyvar sabía que tu posición en el lugar era todo menos una prostituta.
- Lo siento, pero...
Este lo mandó callar.
- Déjame a solas con ella - tragaste en seco, algo en tu interior pedía a gritos huir pero parecía que no podías mover ni un solo dedo - ¡Ahora! - gritó, logrando que te sobresaltaras.
Sentías sus pasos, amenazantes, caminar hacia ti. Podías sentir su inmensa presencia a centímetros de ti.
- ¿Cómo es que una mujer tan bella no está en oferta? - preguntó mientras respiraba tu aroma.
- Simplemente no lo estoy - murmuraste a duras penas, aquello le hizo sonreír.
- Podrías sacar mucho provecho de ello - su mano tomó tu cabello, enredando sus dedos y tirando de él - a menos que... - volvió a inhalar - seas virgen.
Aquello hizo tu piel se erizar y él pudo notarlo, tu respiración se agitó y no pudiste evitar maldecirte al torpemente controlar tus emociones.
- Puedo oler la necesidad recorriendo tu cuerpo y acumularse en tu centro. ¿O me equivoco? - preguntó con una sonrisa cínica.
- Lo hace... - respondiste sin titubeos, logrando escapar de su agarre. Tu plan por huir de ahí, se vio obstaculizada por su cuerpo.
Miraste como este dejaba envolver su mano derecha en el calor de la llama ardiente mientras te miraba con profundidad, podías ver como sus ojos eran consumidos por su propio deseo y no tenía vergüenza alguna por demostrarlo.
En un intento inútil por huir, solo conseguiste sentir sus manos alrededor de tu cintura, podías sentir cómo estas quemaban por debajo de tu vestimenta. Internamente echaste maldiciones.
- ¿Vas a negar la polla de un príncipe? - su aliento chocó contra tu cuello - ¿A caso no quieres sentir cómo mi polla se entierra en tu necesitado coño? - su agarre se hizo más fuerte, pudiendo sentir un abultamiento en sus pantalones - ¿O quieres seguir siendo una mojigata?
La distancia entre ustedes era casi nula, podías sentir su respiración pegar contra tus labios.
- No deberías tenerme miedo - mencionó acariciando tu mejilla - solo busco complacerte...
Su mano libre, viajó alrededor de tu cuerpo, acariciando con delicadeza tus senos. Podías asegurar el rubor en tus mejillas y lo sabías al notar una sonrisa burlesca en su rostro.
Tu cuerpo parecía responder únicamente a sus caricias, a pesar de los intentos vagos por huir, había algo que te lo impedía.
Su mano fue descendiendo, hasta llegar justo en tu centro, tragaste en seco.
Tu respiración se agitó al sentir leves caricias, tratando de luchar contra tus propias fuerzas pero sus dedos, a pesar de la vestimenta, eran demasiado hábiles, que terminaste cediendo a tus deseos más banales.
Este sonrió al ver que le habías dado acceso. Con habilidad, desabrochó tu vestimenta y en cuestión de segundos, esta se encontraba en el piso. Oberyn no pudo evitar mirar cada centímetro de tu cuerpo, podía notar el nerviosismo recorrer tus venas y la pureza acumularse en tu centro.
- Abre las piernas... - demandó. Sin mucha resistencia hiciste caso a su instrucción. Pudiste sentir tus fluidos esperando su liberación. Sus manos recorrieron tu cintura y sus dedos trazaron un camino ardiente hasta tu centro. Suspiraste al sentir sus dedos acariciar tu zona sensible - Me gustan las mojigatas como tú - comentó mientras se habría paso para explorar tu feminidad - Tan necesitada.
- Lo que sea que esté pensando es mejor que no lo haga - advertiste estúpidamente.
- ¡Oh, preciosa! No sabes lo que quiero hacerte.
Aquelll te desestabilizó por completo, un gemido, desesperado, salió de tus labios al sentir sus dedos moverse con destreza. Apoyaste tu cuerpo en la mesa más cercana mientras mirabas a Oberyn. Este a su vez, disfrutaba ver cómo te desmoronabas tan solo con sus dedos. Un pálpito se apoderó de su virilidad.
Sus dedos se movieron con rapidez, provocando que salieras de aquella burbuja y gimieras repetidas veces. Aquello era algo inexplicable, nunca antes lo habías sentido. Era como si un fuego abrazador, invadiera todo tu cuerpo y te quemara viva y te gustaba esa sensación.
Oberyn te acercó a él, e impactó sus labios en un necesitado beso, sus manos parecían nunca terminar de moverse, hasta que comenzaste a sentir algo extraño acumularse de tu ser.
Con fuerza tomaste el hombro del príncipe, este intuyó que estabas al borde del orgasmo, antes de que pudieras alcanzarlo, este se alejó de ti, dejándote con aquella sensación.
Tu respiración agitada y tu ceño fruncido fueron la clara respuesta que esperaba.
- No haré nada que tú no quieras - mencionó burlesco, al verte tán necesidad, mientras limpiaba sus dedos en un trapo, podías sentir tu centro arder en llamas - Ya sabes dónde encontrarme...
