𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

𝙑𝙖𝙣𝙘𝙤𝙪𝙫𝙚𝙧 | 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

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La fiesta de Vanity fair se llevaba a cabo, podías ver a cada celebridad disfrutar de esta como si no hubiera un mañana.

— ¿En qué tanto piensa esa cabecita tuya? — preguntó Pedro, acariciando tu rostro.

Aquel traje le quedaba espectacular. Su cabello levemente peinado le daba un toque único.

— No mucho, la verdad — confesaste mientras limpiabas algunas migajas de sus labios.

— Oh, cariño. Sabes que así no me gusta — comentó con una sonrisa pícara. A lo que sonreíste y besaste ligeramente sus labios. Este agradeció ante tu acto mientras te miraba a los ojos, logrando que te ruborizaras.

— ¡Hey! Par de tórtolos — se escuchó la voz alegre de Oscar — ¿Qué hacen aquí, a caso el viejito ya se cansó? — preguntó haciéndote reír mientras que Pedro le sacaba ligeramente el dedo de en medio — ¡Vamos! Muevan ese trasero, tenemos mucho que celebrar — comentó mientras meneaba sus caderas.

— ¿Me acompaña, futura señora Pascal? — aquello te derritió por completo.

Tenía solo tres días, que Pedro te había propuesto ser su esposa. Aquello te tomó por sorpresa en todos los sentidos. Ambos decidieron revelarlo justo el mismo día de la fiesta, a través de un post de Instagram. Las palabras de Pedro se habían quedado grabadas en tu memoria.

❝No puedo esperar a pasar el resto de mi vida junto a ti, futura sra. Pascal ❞

— Por supuesto, señor Pascal — seguiste el juego, tomando su mano en el proceso y este, en un gesto la besaba. Ambos se perdiéndose entre las personas mientras bailaban, algunos les felicitaban ante la gran revelación y otros más los acompañaban en el baile.

Tus pies dolían, Pedro entendió y siguió pasándola con sus amigos, a pesar de que este había sugerido acompañarte, a lo cual te negaste.

Te alegraba mirarlo, siendo feliz y verdaderamente, verlo comenzar a disfrutar lo que años le tomó lograr. Sin duda, estabas orgullosa de él y él lo sabía.
A pesar de la brecha de edades, ambos se habían encargado de dejarle claro a todos y al mundo, que su relación iba en serio, comprometiéndose en cuerpo y alma por el otro.

El cansancio comenzaba a pesar en tus ojos, eran alrededor de las dos de la mañana y parecía que la fiesta nunca se acabaría.
Tomaste un poco de agua para despavilarte, aunque aquello no daba resultado.

Tu vista se enfocó en la multitud, Pedro se veía feliz, hasta que pasaste los ojos en la persona de a lado.

Aquello hubiera pasado desapercibido, de no ser por la mirada que esta te daba. Pensaste que solo era cuestión tuya y necesitabas una buena dosis de café para alejar aquellos delirios.