𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

𝙫𝙪𝙚𝙡𝙤 | 𝘑𝘢𝘷𝘪𝘦𝘳 𝘱𝘦ñ𝘢

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[ continuación de ❝  𝙧𝙚𝙨𝙘𝙖𝙩𝙚 ❞ ]

Las cosas cada día estaban peor en Colombia. Realmente las personas se preguntaban hasta cuándo terminarían las masacres o en todo caso, quién cedería primero, ¿el gobierno o el narcotrafico? Aquello parecía que nunca tendría respuesta.

Para la hija mayor del presidente, las cosas no pudieron ponerse peor. Su padre la retenía, sin poder tener acceso a ninguna persona que no fuera su padre, Eduardo o alguien de servicio, toda aquella persona externa, estaba completamente prohibida.

Un crimen para ella y su padre lo sabía, había utilizado aquello como un chantaje, la retendría ahí mismo hasta que esta en voluntad propia decidiera reunirse con su madre.

Tal vez Peña era muy listo o la seguridad del presidente era algo deficiente, por no decir mucho, que logró escabullirse como uno de servicio.

Delicadamente tocó la puerta de la habitación de la chica. Se escuchó un rotundo ❝ No quiero nada ❞ desde el otro lado de la habitación.  Javier rió ante ello antes de abrir ligeramente la puerta.

— ¿Ni a mi? — preguntó cerrando la puerta consigo, la chica se sobresaltó ante el extraño hombre que se encontraba al pie de su puerta pero, al ver a la persona que le robaba los sueños, se levantó de la cama y corrió hacia él.

Sus brazos se sentían igual de formidables, el calor que desprendía le hacía enloquecer, diversos besos se plantaron en el rostro de la chica, guiándolos lejos de la puerta.

— ¿Cómo estás? — preguntó Peña mientras acariciaba su rostro. La chica suspiró agotada mientras se encogía de hombros.

— He perdido la noción del tiempo. Aunque soy libre, me siento prisionera en este lugar. Al menos estoy feliz de que tú aún conserves tu empleo y seas libre — Javier pudo observar la mirada triste de (t/n), a pesar de que esta se encontraba cabizbaja la mayoría del tiempo. Tomó con delicadeza sus manos, haciendo que esta la mirara.

— Nunca podría sentirme libre si tú no estás conmigo — comentó antes de plantar un beso en sus nudillos. La chica sonrió.

— ¿Crees que sea lo correcto? — preguntó, Javier pareció no captar hasta que sus sentidos se detuvieron y un escalofrío recorrió su cuerpo — Está claro que... — su voz se entrecortó — mi padre nunca dejará que estemos juntos.

(T/n) alzó la mirada y Javier no pudo evitar sentir dolor ante su expresión.

— Juro que estoy haciendo lo posible para atraparlo y que ya no sea una amenaza para Colombia — confesó con pesar — pero es... como un laberinto. Intenté hablar con tu padre, tratar de persuadirlo.  Pero es tan, testarudo, duro como una roca. No quiero alejarte de mi vida, me reshuso a dejarte ir — con delicadeza tomó el rostro de la chica entre sus manos — Incluso sería capaz de renunciar a mi trabajo por ti — aquello hizo que (t/n) negara con la cabeza.