𝙨𝙚𝙧𝙥𝙞𝙚𝙣𝙩𝙚 | 𝘰𝘣𝘦𝘳𝘺𝘯 𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦𝘭𝘭

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— Puedes decir lo que quieras, pero en el fondo eres una puta. Mi puta.

El delirio causa confusión, desorientación y no poder pensar ni recordar con claridad.


No sabía en qué momento había perdido la poca cordura que le queda, lo único que sabía era que se encontraba enterrado en ella, escuchándola gemir y apretarse en él.

Ambos se encontraron casualmente en la boda de Joffrey, aunque siendo sinceros, nadie deseaba estar ahí por juicio propio.
En ese ambiente, lo único que podías encontrar era envidias e irrelevancia, por eso le pareció atractivo mirar a aquella joven en uno de los asientos de la mesa de los Lannister.
Su rostro transmitía cierta ternura pero sin duda lo que más le atrapaban eran aquellos ojos, podía ver su reflejo a través de ellos.

Sus manos pecaminosas recorrían su cuerpo de forma incontrolable, lastimando su piel en el proceso, aquello parecía no lastimarle a la chica, al contrario. Oberyn podía ver cómo esta se encontraba al borde del colapso.

— Sé que te encanta tenerme dentro, puedo sentir tu coño apretarse en mi — este inhaló su aroma — y por alguna razón. Me encanta
— confesó.

Esta buscaba desesperadamente sus labios pero sin duda a este, le encantaba burlarse se su inestabilidad.

No era secreto la abierta relación que llevaba con Ellaria. Esta sabía dónde se encontraba y con quién, sabiendo perfectamente qué hacían.

— Por favor, Oberyn... — gimió la chica al sentir una gran acumulación en su interior.

Este sonrió pensando en que aquella chica sería la clave para derrocar a los Lannister o eso creía.
Sus embestidas aumentaron con más fuerza, sus músculos se tensaban con cada movimiento, la chica no podía dejar de mirarlo maravillada, sintiéndose en la gloria mientras este se paseaba entre sus piernas.

— (t/n)... — murmuró gimiendo, este confundido la miró, entendiendo que se trataba de su nombre, sin mucho que le importara. Este asintió.

Las manos de este recorrieron de nuevo su cuerpo, masajeando bruscamente sus senos. Y sus labios se apoderaba de su cuello, esta podía sentir la forma en que los dientes de Oberyn atrapaban de su piel, tirando levemente pero lo suficiente como para dejar marcas.

— Martell... — susurró la chica entre jadeos. Este se sintió fascinado mientras una extraña corriente se apoderaba de su miembro.

Las manos de este se guiaron hacia el cuello de esta, las venas de sus manos comenzaban marcarse al hacer presión. Podía escuchar sus gemidos, como si se tratara de un animal  en celo.
No podía evitar mirar la forma en que esta cerraba los ojos mientras rogaba por su liberación.

Esta en un intento por liberarse, comenzó a golpear de sus brazos pero este seguía concentrado en la forma extraña en que su rostro se contraía ante la ausencia de aire.
Con rapidez la liberó de su agarre, observando la visible marca roja en su cuello mientras se alejaba de ella, aún dentro.

Esta respiró frenéticamente, sintiendo cómo sus pulmones se hinchaban con el aire.
Oberyn la miraba con una sonrisa mientras tocaba sus piernas y torturosamente la embestía con lentitud.

(T/n) no había podido dejar pasar aquello inadvertido. Tal vez era su propia excitación que la alentaba a continuar, tal vez eran aquellos ojos penetrantes, o incluso, la forma en que este la llenaba.
En un sutil movimiento, esta se levantó de la cama y acercó su cuerpo a Oberyn. Este con una mirada ególatra, extendió los brazos para acunarla.

Tal vez aquel hombre era el mismísimo mal encarnado pero aquello no le importaba. Y como si aquello fuera una especie de pacto, sellaron el abrazo, esta quedando sentada sobre Oberyn.
Podía escuchar el sonido de sus pieles al chocar, el sudor acumulándose en su frente mientras este deboraba su cuello lentamente.

Él era la mismísima serpiente y la joven Lannister la manzana. Plasmando cada sensación en su cuerpo, sin contener sus propios impulsos.

Algo extraño estaba surgiendo en él, podía sentir algo dentro de él, al verla cabalgandolo sin problema alguno.

Tal vez era aquella belleza que la envolvía, su suave mirada que transmitía pureza, o la forma en que le hacía querer explotar. Tenía esa extraña sensación de querer hacerla sufrir pero también de acorralarla hasta el borde de la asfixia.

Martell atrapó sus labios en un  feroz y necesitado beso, aumentando sus embestidas sin mucho cuidado mientras la aprisionaba  entre sus brazos.  Podía escucharla gemir y maldecir, tantas veces que se habí aprendido su voz.

— ¡Di que eres mía! — exclamó ante una extraña necesidad de afirmación.
Al no obtener respuesta, este tomó su rostro entre sus manos, presionando con dureza
— Dí que eres mía — aquello sonaba como una orden.

Tal vez aquello era algo sucio y engañoso, la chica sonrió, como si se burlara de él, pasando su lengua por encima de sus labios, algo encendió su interior.

— Soy tuya... — proclamó con lentitud.

Aquello fue suficiente para aprisionarla contra él y embestidas con fuerza, sin importar la dureza de sus movimientos. Las súplicas de esta se perdieron entre sus propios gemidos. Sintió su interior encapsularse mientras sentía una presión en sus hombros, confirmando que esta se encontraba al borde del colapso.

Este sonrió ante ello antes de deslizarse fuera de ella. Sintiendo un extraño vacío en su virilidad y dejándola a medias.
Tal vez, aquella imagen se había grabado en su memoria, tan necesitada e insatisfecha serían el principal tormento de Oberyn.

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Nota:

Hoy no hay comentario porque no recuerdo qué iba a poner.

𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora