Donde escribo historias de Pedrito porque no me pude contener.
o
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Conocías a Din Djarin desde que tenías memoria, la última vez que miraste su rostro eran lo suficiente pequeños para saber que no lo verías de la misma manera.
- ¡Ten! - mencionó este tendiendo un plato de comida hacia ti. Aceptaste agradecida.
Aún no podías entender cómo ambos habían terminado en un sitio tan tranquilo, alejado completamente del caos.
Miraste cómo este se sentaba a tu lado, aunque no podías verlo a los ojos, sabías que este también te miraba. Una sonrisa se plasmó en tu rostro inevitablemente.
- Creo que él verdaderamente está a gusto aquí - comentaste guiando tu mirada hacia Grogu, quien practicaba tranquilamente cerca del estanque.
- No lo hubiéramos logrado sin ti - confesó, provocando que lo miraras.
- Lo hicimos todos juntos - aseguraste con una sonrisa. A pesar del obstáculo en su rostro, Djarin no pudo evitar una sensación extraña plantarse en su pecho.
Te dispusiste a comer, al final de cuentas, sabías que Djarin lo haría en la intimidad de su propia compañía. No podías evitar sentirte feliz por Grogu, al final el mandaloriano le había dado un lugar seguro.
- (T/n)... - mencionó Djarin, sin embargo, al mirarlo, no te percataste de su cercanía.
Podías sentir tu propia respiración chocar contra su casco.
- Patu - Grogu se había acercado a ustedes, lo suficiente para que ambos se concentraran en él.
No pudieron evitar reirse y, aunque desearas no hacerlo, no pudiste evitar sentir algo en tu interior al escuchar su risa.
El atardecer había llegado más rápido de lo imaginado, Grogu se acurrucó junto a ti, indicando que era momento de una siesta, no lo evitaste, simplemente lo acomodaste lo suficiente para que estuviera cómodo.
Mando intentó hablar pero lo silenciaste al ver plácidamente dormido a Grogu.
- Lo siento... - susurró mientras se levantaba - Déjame llevarlo - negaste con la cabeza.
- Está bien aquí... - susurraste de vuelta.
- Por favor... - tal vez fue voz tan suave, que terminaste accediendo, Grogu hizo un ligero sonido al sentir las manos de Djarin.
Este desapareció por unos minutos, los suficientes para que admiraras el paisaje. No podías evitar sentir paz interior, luego de aquellas travesías, al fin se encontraban a salvo. Reíste inconscientemente.
