𝙤𝙟𝙤𝙨| 𝘑𝘢𝘷𝘪𝘦𝘳 𝘱𝘦ñ𝘢

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Sabía que ser la amante nunca sería algo bueno pero había algo en él que me hacía querer más. Tal vez era aquel puesto en la DEA, que lo hacía ver jodidamente excitante.
Sabía que la relación con su actual esposa se había ido al carajo, por su obsesión por atrapar a Escobar y no lo culpaba, ese hombre solo había jodido la vida de todos.

— ¿En qué piensas? — pregunté sentándome encima suyo. Steve me tomó entre sus brazos, apretando mis piernas y cintura en el proceso, un cálido pero apasionante beso nos mantuvo conectados, sintiendo la presión en mi zona necesitada.

— En lo mucho que quiero cogerte — aquel torpe acento español lo hacía ver adorable pero sin duda, lo que me hacía excitar, era su penetrante mirada.

Este torpemente jugaba con la camisa que llevaba puesta, que claramente era de este.

— Te ves jodidamente caliente, pero te verías mejor sin ella — mencionó repartiendo besos a lo largo de mi cuello, provocando varios gemidos.

Tres golpes interrumpieron nuestro momento, algo que por supuesto, maldijo. Con molestia, preguntó si podía atender, gustosa acepté.
No pude evitar gemir al sentir una nalgada mientras este me miraba con deseo, la camisa, a duras penas cubría mis glúteos, que, ante la vista, Steve agradecía.
No pude evitar mirarlo con una sonrisa coqueta, algo que lo hizo jadear y tocar levemente su virilidad,  sin duda, atractivo.

De nuevo, tocaron la puerta, rodé los ojos ante la insistencia.

O solo tal vez me resultaba excitante su compañero, Peña.

— Hola... — mencionó cabizbajo, rápidamente. No pude evitar suspirar al mirarlo, mis sentidos se alteraron al ver sus ojos oscuros. Este pareció escanearme,  de pies a cabeza, dándome cuenta que únicamente me encontraba con la camisa de Steve. Este tragó en seco, algo que no pase desapercibido. A pesar de que podría resultar algo incómodo, había algo en su mirada que me hacía querer mantenerme ahí — ¿puedo pasar? — preguntó centrando su vista en la comisura de mi vestimenta. Torpemente asentí, liberando el camino,  había algo en él, tal vez su porte, muy distinta a la de Steve, que me pedía más.

— Mierda... — comentó Steve tomando sus pantalones y colocándoselo en el proceso — Nena... — me llamó, tanto Peña como Steve me miraban fijamente, no pude evitar sentirme vulnerable y excitada — ¿puedes esperarme en la habitación? — preguntó con calma. Murmuré un  ❝ claro ❞, no sin antes tomar mis cosas y caminar, podía sentir aquella mirada y podía asegurar de quién se trataba.

— Parece que te divertías — podía escuchar la molestia en su voz.

— ¿Qué tiene de malo? — preguntó Steve.

— ¿Qué tiene de malo? — la voz de Javier se había elevado — Tienes esposa, carajo.

Claramente no podía ver lo que sucedía pero ante sus voces, sabía que las cosas no estaban bien.

— Vengo aquí con noticias, ¿y qué encuentro? A ti cogiendo.

— ¿Cuál es tu problema, hombre? — preguntó Steve.

— ¡Tu problema será cuando tu esposa cruce esa puerta y la mire en tu habitación!

— ¿De qué hablas?

— ¡Ella está aquí, carajo. Connie está aquí!

Aquello me hizo palidecer, inmediatamente, comencé a vestirme, podía sentir la adrenalina y desesperación correr por mis venas, tal vez podía ser una zorra pero no una a la que descubrieran.

— (T/n) — entró de imprevisto Steve. Este agradeció al verme lista — Tienes que fingir.

— ¿Qué? — pregunté confundida.

— Finge que tienes una relación con Javier, por favor.  Connie no puede enterarse de esto — Mire a Javier, quien parecía mirarme desde hace un tiempo. Steve lo miró, como si buscara su aprobación, Javier me miró de vuelta y asintió. No pude evitar sentir una presión en mi pecho ante ello — Bien... ¿todos estábamos reunidos para cenar,  queda claro? — preguntó el rubio, tanto el castaño como yo asentimos.

— Steve... — escuchamos una voz ajena, supuse Connie. No supe en qué momento me encontraba pegada a Javier, quién había entrelazado nuestras manos, como símbolo de una relación.

— ¡Oh, cariño! — expresó Steve mientras la envolvía en sus brazos y besaba apasionadamente — cuánto te he extrañado
— comentó entre el beso. No pude evitar fruncir el ceño, algo que Javier notó, al sentir la presión en mi mano — Connie, te presento a (t/n) — Steve se dirigió hacia mi mientras esta amablemente estiraba su mano. Aturdida, tomé su mano en un cálido saludo — Ella es la novia de Javi — comentó de lo más natural.

— Encantada — asentí con una sonrisa.

— ¿Chicos, podemos dejar la cena para luego? — preguntó el rubio mientras nos miraba. No pude evitar sentir una presión en mi pecho. Recordando el lugar que yo misma había aceptado.

— No, claro que no. Pueden quedarse — mencionó Connie con una sonrisa.

— No queremos ser inoportunos — comenté a duras penas, podía sentir la mirada de Steve durante todo el tiempo, tratando de proporcionarme algo de compasión — Creemos que tienen muchas cosas de qué hablar.  ¿Verdad, Javi? — pregunté a este buscando un poco de auxilio.

— Por supuesto. Tienen que ponerse al corriente. Otro día cenaremos sin problema
— sonreí de manera forzada al sentir los brazos de Javier rodear mi cuerpo. Steve no podía dejar de mirarme, así como yo no podía apartar la mirada de él — no les quitamos más tiempo — comentó antes de tomarme de la mano  y caminar hacia la salida.

Miré a Steve por última vez, este me regaló una sonrisa apenada, a lo que sonreí levemente.

— ¿Estás bien? — preguntó Javier, al estar lo suficientemente lejos.

— Mejor que nunca — mentí con una sonrisa.

— Sabías a lo que metías, (t/n) — confesó este mientras abría la puerta de su departamento, dejándome pasar.

— Nunca he dicho que no — contesté, sentándome en el sofá.

— Tal vez debas poner tus ojos en algo más. Los hombres casados nunca son buena opción — reí ante su comentario, aceptando la cerveza que este me había proporcionado.

— ¿Y en qué debería poner mis ojos? — pregunté con una sonrisa forzada antes de dar un largo trago a mi bebida, de reojo, lo pude mirar contemplandome, algo que me hizo tensarme. Sin embargo, no pude evitar mirarlo al ver la cercanía de nuestros cuerpos.

— En mi. Si tú lo deseas, puedes mirarme solo a mi.

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Nota:

Javier peña puede embarazarme.

𝕾𝖍𝖆𝖒𝖊𝖑𝖊𝖘𝖘 | 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴. 𝘱𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora