08. Volar

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" Cualquiera que conserva la capacidad de ver la belleza no envejecerá nunca"

~ Franz Kafka~

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Ni siquiera pude dormir. No era mi habitación, no era mi cama, y todo el tiempo miraba hacia la puerta cuando hacía ruido, pensando que alguna sabia iba a entrar a regañarme. Además, desde que Edmund se fue me meti en la cama, no fui capaz ni de abrir la ventana, todo se siente muy extraño.

Suspiro pesadamente. Hay algo en el aire que no me deje respirar bien, o será todo esta situación que me hace sentirme mal. No lo sé. Por inercia espero que la "alarma" retumbe por toda la habitación. Pero no llega.

Suelto otra bocanada de aire pesada. Me levanto de la cama, voy directo a la ducha.

Me quedó parada frente a ella. Pasan dos cosas por mi cabeza:

1- Es una ducha diferente a la de la mansión, tiene botones y no hay una llave de la cual pueda abrir la ducha.
2- No se que hora es.

Aunque, si me dejas decirlo mi instinto me dice que son las alrededor de las 5 am.

Te ves tan tonta analizando los botoncitos, solo presionalos todos, y ya.

Me quito mi vestido, ni siquiera me puse pijama. Lo dejo doblado, junto a mi ropa interior. Me meto a la ducha, me paro enfrente de los botoncitos, comienzo a presionarlos todos, y pasan cosas.

Pasa que eres una tonta.

Cuando presiono el primero, el vidrio de la ducha se pone opaco. Oh, eso es raro. Cuando presiono el segundo se abre la ducha del techo pero es fría así que me apresuro a presionar otro y sale el agua caliente.

Genial, Anna a la parilla.

Pego un grito. Luego como puedo presiono otro, y como arte de magia, el agua se pone tibia.

Al fin, pecas.

Tomo una ducha larga. Luego me envuelvo en la toalla, busco en mi maletita un vestido decente. Aunque todos están viejos, así que me decanto por uno amarillo claro de tirantes delgados, hasta mi rodilla, holgado de la parte de abajo, y me pongo mis sandalias blancas bajitas.

Justo estoy terminado de atar la maraña de rizos ingobernables en una trenza baja, bueno no me salio tan mal. Dejo unos cabellos sueltos por mi rostro. En ese momento escucho que tocan la puerta de la habitación, corro a abrir pensando que es Edmund, pero no. Es el señor Deco.

- Buenos días señorita Anna.

- Buenos días señor Deco- creo que el nota la decepción en mi voz.

- Oh, solo dime Deco. Vengo por usted, el señor Baker la espera en el restaurante para desayunar ¿Me permite entrar por su maleta? - pregunta muy educado. Me quedó unos minutos en la luna, en verdad quería que fuera él. Me dijo anoche que el vendría.

- ¿Señorita?

- Oh, si. Pase- respondo un poco torpe.

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Bajamos al restaurante. Pero yo no dejaba de admirar la belleza de ese hotel. También me abruma un poco las personas, los sonidos fuertes, no es que yo viviera bajo una piedra. Pero en la mansión siempre reinaba el silencio, además el exterior está lleno de colores, en la mansión todo era blanco y gris.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora