29. Verano

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Anna

Han pasado dos semanas desde lo de Lu... ni siquera puedo mencionar su nombre. Regrese a mi antigua habitación porque no podía dormir con Edmund. La primera noche lo intenté y cuando sentí su brazo rodeando mi cintura me espante tanto que terminé entre gritos de pánico y miedo.

Me encerré en mi habitación, no he podido comer tanto, solo he podido estar ahí, muerta en vida. Edmund ha hecho de todo para que salga de ese estado, sin embargo no ha podido hacer mucho. Agradezco tanto que me quiera y quiera mi bien. Pero no he podido dejar que me toque. Ni siquiera pude ir a trabajar. Le pedí a Zion que fuera a la cafetería de la señora York y le explicara que no iba a poder trabajar con ella y su nieta. Me destrozo más el corazón.

Edmund ha tratado de llevarme donde su terapista, pero no he tenido la fuerza de salir de la cama. He perdido peso y me veo más pálida. Hoy, es el primero día en tanto tiempo que no llueve, me había acostumbrado tanto a la pesadez de la lluvia y cielos oscuros que se me había olvidado como era el sol.

Estaba sentada junto a la ventana, dejando que los rayos del sol me envolvieran. No había tenido tiempo de pensar en nada más que en los eventos de semanas atrás. Pero hace unos tres días, pensé en mis papás. Es raro tener esos pensamientos, pero por primera vez imaginé una vida con ellos. ¿Como serían? ¿Están vivos? ¿Me exteñaran? ¿Sabrán que estoy viva? No lo sé. Tal vez es porque no he tenido a Leani cerca. Me hacen falta sus abrazos y sus palabras dulces. Pero no puedo dejar que se acerque. Tengo un desastre en mi cabeza, no entiendo que me pasa.

La puerta de mi habitación se abrió con cuidado. No tuve que volver a ver para saber quien era. Los últimos días ha llegado a casa muy temprano, incluso movió su preciado tocadiscos a mi habitación donde todas las noches me pone música para que me sienta mejor. Me trae flores, baila enfrente de mi, me cuenta cosas, incluso me dijo que hay películas nuevas en el cine. Pero nunca logra sacarme de este estado en el que estoy.

Nos estamos muriendo lentamente.

- Hola cariño. Disculpa que entre así, llevo un rato tocando a la puerta. Uhm, solo quería decirte que hoy inicia el verano, no habrá más lluvia ni cielos oscuros por dos meses. Y si... eh... Uhm... si quieres hacer algo conmigo, voy a tomarme unas vacaciones del trabajo. Estaré en mi oficina-. Su voz pacifica, grave pero tan llena de amor entraban en mis huesos fríos y corazón roto. El era todo lo que estaba bien, pero no podía ponerlo en palabras, así que no dije nada. Segui con mi cabeza presionada a la ventana, viendo a la nada.

Segundos despues, escuche que la puerta se cerró. Dejé soltar un largo respiro.

Verano. Recuerdo lo emocionada que estaba por llegar al verano, quería conocer el mar y la arena. Ahora no quiero nada solamente sobrevivir un día más.

Cansada, me levanta de donde estaba sentada. Quería dormir, cuando me di la vuelta, vi un sobre en la cama. Extrañada camine hacia ella, lo tome y lo abrí. Era una carta de Edmund.

Lo leí. Una, dos, tres, cuatro cinco veces. Hasta que pudiera entender lo que decía porque mi mente no se podía concentrar.

Anna:

No quería decírtelo de esta manera, pero se que a veces las palabras escritas llegan mucho más al alma que las habladas. Las palabras son efímeras como lo puede ser su significado o no. A veces las palabras se quedan divagando en un vaivén de posibilidades y seguridad. A veces penden de un hilo que alguien tiene que jalar para que se caigan o se queden fijas en el alma. Lo que trato de decir es que, ya no se de que manera llegar a ti. Y prefiero que leas estas palabras y elijas jalar el hilo para que se queden fijas en tu corazón. Anna TE AMO.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora