37. Hermano

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Edmund

– ¿Estás bien?–. Pregunta Zion. Esbozé una risa sin gracia y dolorosa, acababa de mandarle la canción a mi Anna, y los mensajes más curisis de todos. Ella no me respondió. Lo peor es que todo lo sentía así, tal y como se lo dije, la quiero para mi todos los días de mi vida, la amo demasiado, Anna es la luz más preciosa que jamás he visto.
Mis ojos arden por las noches en vela, están hinchados. Llevo a mis labios el vaso con alcohol, el cual quema una vez más mi garganta, es el tercero de la segunda botella de vodka que ya he terminado. Ignoro a Zion, como lo he ignorado las semanas pasadas.

– Edmund, deja de beber. Creí que ya habías superado esto. No puedes recaer por Anna, ella no merece verte así de mal–. Dijo Zion, se acerca a mí y me quita la botella y el vaso de vodka, ni siquiera tengo fuerzas para pelear contro él. Soy un patético, un pedazo de hombre destruido por haberla perdido.

– No importa hip hip ... ella no me hip hip ...quiere– logro decir, con la voz aguada hipeando por lo borracho que estoy.  Siento mi cuerpo pesado, las lagrimas amenazan con salir de nuevo, si; soy el más patetico y ridículo de todos.

– ¡Eres un idiota! Pareces un adolescente chillando por los rincones por el desamor. ¡Jah! Mira que yo creí haberlo visto todo, pero tu te superas cada día más con cada idiotez–. La voz de Zion es un taladro a mi cabeza, odio al hijo de puta, pero tiene razón. Soy un idiota que perdí al amor de mi vida.

Patético, con episodios depresivos y ataques de ansiedad al tope. Si, eres un idiota.

¡SHHH CALLA- HIP - TE! – gritó y  ahogo un sollozo, nisiquiera es a Zion a quien le gritó, es a mi conciencia estúpida que me recuerda que soy un desastre todos los días, a cada momento. Siento una opresión en mi pecho, y un pitillo en mis oídos que me incomoda.

Zion camina hacia a mí, me levanta del suelo a donde estoy tirado, sentado junto al tocadiscos, donde no he dejado de reproducir "a groovy kind of love" la canción que Anna me dedico, nuestra canción. No pongo resistencia, ya mi cuerpo es gelatina por todo el alcohol que he ingerido.

Zion levanta mi rostro con la punta de sus delgados dedos, tiene una mirada llena de compasión, esa misma que me regaló cuando Thea murió. Odio que me vea así, odio que este presente en mi desgracia, odio ser débil frente a él.

– Hermano, basta. Porfavor, no pasaste cinco años de tu vida recueprandote de lo que pasó con Thea, para caer en esta mierda. Tu no eres más ese Edmund, me preocupa verte así. Anna es otra cosa Ed, Anna es pura y transparente. Anna te ama, ella no es Thea, la corderito no va a hacerte sufrir como lo hizo ella. Edmund, reacciona, Anna solo necesita un tiempo para pensar, si de verdad la quieres, se un hombre y no te hundas en esta mierda, ya no Edmund.

Zion me miraba fijamente, sus palabras extrañamente me hicieron sentir calma. El y yo no hemos tenido la mejor historia para contar. Nos hemos odiado tanto como nos hemos querido. Zion es un imbécil que cubre su vacío siendo un perfecto dolor en el trasero, y siendo sarcástico. Pero Zion, él también ha sufrido. Hace tiempo que no me llamaba "hermano" desde jóvenes. Hubo un tiempo en que éramos muy unidos. Papá, jamás lo quiso y mamá, ella era mamá, sumisa y vivía de apariencias.

Suspiré. Zion me ayudó a levantarme, me preparó la tina con agua caliente y jabón, me ayudó a quitarme la ropa. Y me ayudó a meterme a la tina.

– Relajate, le diré a Leani que te prepare comida, y algo para la borrachera, porfavor no te mueras ahogado, todavia no te he jodido lo suficiente –. Dijo y veo una pequeña sonrisa en sus labios, salió del baño dejando la puerta abierta. Me quedé mirando a la puerta por donde el acababa de salir. Un recuerdo de ambos me llega a la mente.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora