24. Pequeña revelación

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Anna.

Es que lo miro y no puedo creer que sea real. Edmund es tan lindo, me cuida y me hace sentir querida. Sus ojos brillaban mucho y su sonrisa me hace temblar cada fibra de mi cuerpo. Pero a la vez, cuando estamos a solas es un salvaje que me hace llegar a la luna cuando hacemos el amor.

Han pasado dos semanas. Dos semanas desde que la sorpresa lo cambio todo. Viene a casa más temprano, cenamos juntos, todas las noches bailamos una canción diferente y luego... bueno, somos uno. Debo de admitir que las técnicas de seducción que me enseñaron en la mansión se quedaron cortas con las cosas que a Edmund le gustan y debo de admitir que a mi también.

Hemos estado hablando con Edmund mucho, le he dicho que quiero hacer algo, soy feliz en casa pero entre la lluvia y los días grises me pongo un poco melancólica. Así que quiero hacer algo, ser productiva. Edmund me dice que lo piense, y lo que quiero es trabajar pero jamás he hecho nada. Supongo que no soy buena para nada. Aunque el otro día pasamos por Old Nelfore y pude ver que necesitaban a alguien para trabajar en la cafetería de la señora York. Esa famosa del centro. Se lo voy a plantear a Edmund, pero en este momento estoy ocupada mirándolo estúpidamente.

Edmund me ha enseñada cada parte de la ciudad. El colegio donde estudio, donde jugaba basketball con sus amigos, las discotecas que visitó. El centro comercial que solía visitar con su mamá. Incluso comimos su helado favorito. Menta y nueces, y terminó mal. No sabía que era alérgica a las nueces, fue horrible.

En fin, han sido dos semanas lindas con él. Sin embargo, siento que hay algo que quiere decirme y no se atreve, siempre se pone nervioso y se queda callado. Supongo que le afecta aún.

... Y esa de ahí es la oficina de Sergio, el es el que se encarga de conseguir los proyectos fuera de la ciudad – dijo Edmund. Íbamos tomados de la mano. Me estaba dando el recorrido por su empresa de arquitectura. Y la verdad, estoy impactada. Es enorme y hay varios personas. Todas me miraron como si fuera una novedad y no podían creer que fuera la esposa de Edmund.

Era un edificio de tres plantas. Paredes largas blancas y ventalanes que llegaban al suelo. Escritorios modernos color negros y sofás del mismo color. Todos trajeados y muy ocupados entre llamadas, computadoras, planos y diseños excepcionales.

– ¡Anna! Que gusto verte de nuevo –. Dijo Sergio cuando entramos en su oficina. Iba vestido elegante, era alto pero no como Edmund, un poco robusto y cabello oscuro con tintes grises. Calculaba que tenía unos cuarenta años.

– Mucho gusto de verte de nuevo Sergio, muy linda tu oficina–. Respondi. El me dio un beso en la mejilla y sonrió.

– ¿A que se debe esta sorpresa?–. Pregunto dirigiéndose a Edmund.

– Estoy enseñándole a Anna todo el lugar –. Contesto Emdund y me apretó la amo que llevábamos entrelazadas, el me provocaba tantas cosquillas en la panza. No podía parar de verlo, tan guapo y tan serio. En su empresa se transformaba, daba órdenes y todos los respetaban. Era tan sexy.

– ¿Y que te parece? –. Pregunto Sergio.

–. ¡Es hermoso! Han hecho un buen trabajo –. Respondí.

– El crédito es del señor Baker–. Dijo una voz a nuestras espaldas. Volvimos todos nuestra mirada a la puerta.

– Dante. Que bueno que estas aquí –. Dijo Edmund. Era el otro socio de él. Parecía de la edad de Edmund, delgado, rasgos finos y ojos cafés. Me miró un momento y sonrió.

– Escuche que la esposa del jefe andaba por aquí. Haz causado mucho revuelo Anna –. Dijo él acercándose. Yo me sonroje. Edmund me jaló y me pego a su cuerpo pasando su mano por mi cintura.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora