45. Fiorella

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Anna

Justo una hora después, Fiorella entró a mi habitación. Lucia un poco desconfiada y nerviosa, la hice pasar y nos sentamos en la cama, una al lado de la otra.

– ¿Estás bien? Te ves triste Anna– dijo ella analizando mi rostro, me sentía muy mal. Tanto físicamente como emocionalmente. No tenía ni idea que seguía después de todo esto, no podía pensar en un mañana solo en los acontecimientos de este día.

– Estoy bien, solo necesito que me expliques todo este lío. ¿Qué hace la sabía Nora contigo? ¿Quiénes son esos hombres? ¿Como se supone que te ayude para derrotar a la Madame?

Respira Anna, estas muy alterada.

Fiorella tomo mi mano, noté la preocupación en sus ojos. Me dio una sonrisa tensa, luego habló.

– Perdóname por haberte dicho todo lo que te dije de golpe, no era la manera, no era el lugar. Pero tuve el temor de que no pudiera verte más, además pensé que tu Edmund te tratara mal ¿lo hace?– preguntó ansiosa con una leve duda en su tono de voz.

Edmund jamás nos pondría un dedo encima para lastimarnos Anna.

No. El no es violento, jamás me ha tratado mal, al contrario él... se me quebró la voz. Edmund era un hombre increíble conmigo, pero aún estaba dolida y rota por los acontecimientos recientes, que me haya mentido con la boda y con lo que pasaba en la mansión dolía y mucho. Me aclaré la garganta, me trague las lágrimas como pude.

– Y yo lo arruine. Discúlpame Anna, tuve que saberlo, pero estaba tan metida en mi cabeza que pensé que estabas en peligro. André jamás te mencionó, escuche el nombre de tu esposo pero no lo relacioné a ti. Ha pasado mucho tiempo.

Suspiré. Se miraba arrepentida, ya no era la niñita ilusionada, ya no había ni una pizca de inocencia en ella. Había madurez, había determinación y mucha preocupación.

– Contéstame lo que te pregunté, porfavor– pedí. Sentía un nudo en el estómago, no podía ni tomar agua porque sentía apretada la garganta. Estaba mal.

Fiorella resopló.

– Cuando tu te fuiste, todo siguió "normal" al menos lo que todas creíamos normal. Todo era lo mismo, levantarse, ejercitarse, desayunar, bañarse y las clases del día. Meses después, una noche nos juntaron a todas las niñas de once a quince años en un salón, nos dieron de comer por separado y tu sabes, jamás preguntábamos nada porque nos castigaban, yo no entendia que hacia ahi, acababa de cumplir los dieciséis pero estaba entre ellas. Después de eso, no supe más– dijo como si su mente se transportará a ese día.

– Cuando desperté, estaba vestida con unos pantalones de algodón flojos y una camisa lisa blanca. Desperté en la habitación de un hotel, un poco parecido a está, tal vez más elegante– dijo ella observando alrededor. Estábamos en un hotel de lujo, supongo que más elegante querría decir una suite inmensa, no lo sé. La nuestra era una suite sencilla.

La escuche atentamente. Seguíamos con nuestras manos entrelazadas, ella necesitaba el coraje mío y yo el de ella.

– No sabía nada, no sabía que pasaba. Estaba confundida, entonces encontré en una pequeña salita a Nora, ella me miró con alivio y con preocupación. Anna, hay algo que tu no sabes, ni yo lo sabia hasta que Nora me lo confesó. Somos hermanas– soltó de golpe y gracias a Dios estoy sentada porque me hubiese caído de la impresión.

– ¡¿Qué?! No lo entiendo...

– Nora fue la chica que intento huir hace muchos años, Dorothea le hizo muchas cosas feas, y logró que Nora se quedara para ser una sabía, era un castigo para Nora, la amenazó conmigo, con hacerme daño. Nora jamás dejó de pensar en la libertad, no por ella, sino por mi, hasta que lo logramos de una manera extraña.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora