39(parte dos)

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Anna

Trague grueso saliva. Mordí mi labio inferior tan fuerte, que sentí el sabor de la sangre en mi boca. Cerré los ojos y me concetre en mi respiración como me ha enseñado Cali.

Relajate Anna.

De repente. El timbre resonó por todo el apartamento. Mis manos no dejaban de temblar, tenía una y mil millones de sensaciones mezcladas con emociones desenfrenadas. El corazón me latía tan fuerte que me asustaba, nunca antes había sentido esto, ni siquiera mi primera vez con Edmund. Tanto tiempo lejos, tanto tiempo sola, mil y millones de pensamientos que siempre me llevaban a una sola cosa: amor.

El timbre sono muchas veces más, me había quedado ida en mis pensamientos. Dando un último respiro, camine hacia la puerta, la abrí.

Me voy a desmayar.

Nuestra mirada conectó en un micro segundo. Sus ojos hermosos color verde mezclados con tintes de miel eran más hermosos de lo que recordaba, su barba prolija, espesa y esos pómulos de infarto. Sus cejas gruesas y su nariz fina. Su rostro perfecto, hecho para impresionar a todos, a mi. Perfecta altura, perfecto cuerpo, pero sobretodo esa perfecta criatura tallada sin errores, estaba su corazón. Mío, solo mío. Mi amor, mi Edmund, mío. El hombre que me había descubierto, quien se fijo en mi siendo nadie, quien me libero de mis pensamientos erráticos. Él, quien me salvó, quien me me encontró sin siquiera yo haberme encontrado.

Puso el mundo a mis pies, pero yo solo lo quería a él, corrijo, solo lo quiero a él, aquí, hoy y para siempre.

Abrí mi boca, pero no salió nada. Tantas emociones juntas, con solo mirarnos dijimos todo, mi esposo, mi amigo, mi Edmund. Él sonrío y mi corazón dio un vuelco de alegría. Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo, deteniéndose en mi pierna, noté culpa en sus ojos y su rostro triste. No, no quería que se enfocará en eso.

– Edmund–. Apenas dije. El levantó su mirada, el rastro de tristeza seguía en él. Me dolió el corazón.

– ¿Puedo pasar?–. Preguntó un poco tímido, él no era así, podía ver que se estaba conteniendo. Asentí, pasó a un lado mío, inmediatamente su perfume hizo estragos en mi cuerpo, es tan jodidamente perfecto, huele tan bien. Mi cuerpo se erizó, pero Edmund no hizo nada por tocarme, estaba respetandome.

Cerré la puerta. Edmund miró todo el apartamento extrañado, la música instrumental resonador por lo bajo, las velas y la mesa preparada. Miré su enorme espalda, solo quería abalanzarme a él, pero no podía hacerlo todavía. Creo que Edmund seguía con incertidumbre.

– Leani me ayudó a preparar la cena, espero no hayas comido aún ¿Tienes hambre?– pregunté jugando con mis dedos por los nervios, Edmund se dio la vuelta y me miró, luego miró mis dedos, seguía desviando su mirada a mi pierna. Mordí mi labio inferior.

– ¿Como esta tu pierna? ¿Como estas Anna? –. Preguntó un poco tenso. Podía ver la lucha en sus ojos, se que quería besarme tanto como yo a él.

Haz el primer movimiento tu Anna banana.

Nos miramos unos segundos más.

– ¡Mierda! ¡Estás tan hermosa!– dijo como si esas palabras estuvieran estrujando su pecho por salir. Fue toda la señal que necesite, camine hacia él y me tire a sus brazos desesperada y lo bese, lo bese como si de ello dependiera mi vida. El tardo un poco en responderme, roce con la punta de mi lengua la comisura de sus labios, escuche un gruñido que venía desde su garganta. Abrió los labios y nuestro beso se intensificó, me abrazo a él,  sus manos apoderandose de mis caderas, mis brazos alrededor de su cuello. como si yo fuese a escapar. ¡Dios! Lo amo demasiado.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora