35. Miedo

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Edmund

Yo conozco lo que es la muerte en vida. Yo sé muy bien lo que es sufrir cuando pierdes al que creías el amor de tu vida, yo se lo que es que te arranquen de golpe el alma, yo se muy bien como se siente el vacío, la soledad, el ardor en cada respirar cuando intentas sobrevivir. Créeme cuando te digo que yo se muy bien cuando es que ya no te queda nada porque luchar.

Una vez, hace cinco años, me perdí y la perdí. Hace cinco años creí que ya no había ninguna puta esperanza para mi. Ame a Thea con todo lo que fui, ame a Thea de una manera enfermiza, hice todo lo posible por cuidarla y defenderla, hice todo lo imposible porque ella jamás quedara mal ante la gente. La amé, no... me obsesione con ella, y ella conmigo. Cinco años después, en tres meses, tres putos meses he podido saber lo que es el amor verdadero y ¿saben que? Estaba a punto de perderlo.

Estoy sentado en la sala de espera del hospital, temblando de pies a cabeza, con el corazón destroza.
Cuando vi el hermoso cuerpo de Anna volar por los cielos cuando ese maldito Cadillac Escalede, la atropelló mi vida terminó ahí mismo. Es una maldita camioneta inmensa, con grandes ruedas. La posición de la pierna de Anna quebrada, el brazo derecho dislocado, sangre, mucha sangre. Me dejó paralizado por mucho tiempo. Ni siquera fui capaz de llamar a la ambulancia, alguien mas lo hizo por mi. Estuvo en estado de shock, mi interior gritaba, maldecía, escuche mi corazón romperse, la angustia me carcomia el alma, pero yo... yo ni siquiera podía moverme, hasta que el ruido de la ambulancia me sacó del trance, pude correr hacia ella.

Había un charco de sangre horrible, la piel pálida de Anna me provocó escalofríos, tenía golpes por todo el cuerpo, su cuerpo. Llegamos al hospital y colapse. Sufrí un ataque de ansiedad severo que me dejó cuarenta minutos en un estado nervioso caótico. No fui capaz ni de dar su nombre, todo, pero todo volvió a mi. El mismo miedo, el mismo pavor, es inexplicable lo que siento, no puedo perderla. No puedo, me niego, ella necesita saber la verdad, necesito decirle que la amo, que la he amado tanto como jamás pude amar a alguien.

No necesito años para amarla, no necesito una historia feliz, solo necesito amarla, recordarle cada día que ha sido el mejor regalo de mi vida, decirle que la salve de ese maldito lugar que me la vendió. Porque Anna fue una compra, una maldita compra por mi egoísmo de no querer estar más solo. Si tan solo la hubiera cuidado más, si tan solo le hubiese dicho la verdad por mi mismo, si tan solo pudiera ser un hombre normal que la ame.

Anna necesita saber que su mamá vive, necesita saber que no está sola en este mundo, necesita saber que tiene una hermana pequeña, necesita saber que su mamá pensó que ella estaba muerta, necesita saber que no fue olvidada ni regalada. Anna y yo necesitamos bailar otra canción, necesita escuchar las miles que tengo para dedicarle. Anna necesita conocer el mar, vivir una vida feliz.

Anna es mia, Anna no se puede morir. Me rehusó a que suceda, pero tengo tanto miedo que ya no se que hacer.

Las lágrimas corrían por mis mejillas, mis ojos ardían porque no podía controlarlas.

– Hijo, ya han pasado varias horas, necesitas comer algo– dijo Leani apoyando su mano sobre mi hombro. No le conteste. Ella y Zion me acompañaban, les avise después de que salí de mi ataque de ansiedad. Ambos se mostraban fuertes por mi, pero sabía que también estaban preocupados.

– Familiares de Anna Baker–. Me levante tan rápido como pude, me limpie las lágrimas, camine como loco desesperado hasta la enfermera.

– ¿Comó esta mi esposa?–. Pregunté con el corazón en la boca.

– Todavía sigue en cirugía, sufrió fracturas múltiples en su pierna derecha, el hueso se partió en dos partes, además de los nervios que se vieron afectados, los tendones, pero todo está yendo bien, su esposa es fuerte. Además, tiene su hombro derecho dislocado y el codo quebrado, una contusión cerebral menor, y el cuello fracturado, a pesar de el diagnóstico, su esposa tuvo mucha suerte, va a estar en observación por 24 horas, así que no pueden verla, cuando termine la cirugía, les avisaré.

Desee ser yo el mal herido. Desee ser yo en cambio de ella, no podía imaginar el dolor tanto físico como emocional que esto le iba a causar a Anna, todo por mi maldita culpa. Yo no la pude proteger, falle en todo.

Leani me contuvo. La enfermera dijo algo más pero no la escuche.

– Anna es fuerte Ed, ya verás que no habrá complicaciones en la cirugía. No es tu culpa hijo, porfavor no vayas a ese lugar, no vuelvas a culparte por algo que no hiciste. Anna te necesita bien, porfavor Edmund no repitas la historia–. La voz de Leani era de preocupación, me conoce bien y sabe que eso es lo que estoy sintiendo y pensando, no le conteste.

– Leani tiene razón Ed. Anna es diferente, ella te ama de una manera sana, por ella debes ser fuerte y resistir, no pierdas a Anna en ese sentido Ed, no te encierres en la culpabilidad– dijo Zion. Yo no le respondí, era demasiado tarde, la culpa me comia vivo. Soy un fracaso, no pude salvar a Thea y Anna casi muere por mi culpa, no la merezco.

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Tres días han pasado desde la operación. Anna salió bien, pero ha pasado anestesiada por el dolor de sus fracturas, no la he podido ver. El doctor dice que ha respondido bien, su presión arterial está estable, pero que aún necesitan vigilarla un día más, luego la pasarán a su habitación. Tuvieron que clavarle cuatro clavos en su pierna, para estabilizar su hueso, según lo que me dijo el doctor es que también lleva su brazo derecho enyesado. Además, esta inmovilizada por su hombro dislocado. No puedo imaginarla así de mal, la angustia no me ha abandonado.

Llame a Cali, ella me transfirió a un psquiatra para recetarme mis medicamentos, esos que había dejado hace dos años. Porque la ansiedad y los ataques no me habían dejado, además de que mi sistema nervioso estaba colapsado, tenía una gastritis intensa por estar mal emocionalmente, me veo como la mierda, ojos hundidos, círculos morados abajo de mis ojos, piel pálida, aspecto desañilado, pero estoy luchando por ella, porque ella tiene que salir de esto.

Dos semanas han pasado, Anna apenas ha abierto los ojos, la conmoción cerebral que sufrió la dejó desorientada, además por los medicamentos ha estado durmiendo, su pierna va avanzado a paso lento, no la había podido ver hasta este momento que estoy a punto de entrar a su habitación.

Tome un fuerte respiro, con la mano temblorosa abrí la puerta. El olor a hospital me tenía mareado y me daban ganas de vómitar, lo primero que escuché fue el ruido de la máquina conectada a ella, pausados pero constantes. Entre con las piernas como gelatina, y la vi.

Los ojos se me llenaron de lagrimas, lleve mi mano a la boca para ahogar los malditos sollozos.

Anna estaba más pálida que nunca, podía mezclarse tan fácilmente con las sábanas blancas de la camilla, su pelo rojo fuego parecía más pálido y descuidado, tenía un collarín, su brazo derecho enyesado, la pierna derecha descubierta con hierros por fuera sosteniendo los tornillos que estaban internos en su hueso, tenía rasguños poco visibles, la parte de la frente en un tono verdoso deslavado, labios resecos, me maldije.

Mira lo que hiciste Edmund, es tu culpa.

Me acerqué a su camilla, con el poco valor que me quedaba le di un beso suave, sus labios ásperos me provocaron dolor. Era demasiado, todo en mi se revolvió, corrí al baño a vómitar. No, no no no, no en este momento.

Se me cerro la garganta, la opresión en mi pecho se intensificó, no podía respirar y mi visión se nubló. Un maldito ataque de ansiedad. Todo está mal, todo es mi culpa, yo soy la maldita maldición. No puedo hacer nada bueno, no pude salvar a Thea casi pierdo a Anna. Comencé a llorar vergonzosamente.

Trate de calmarme, mire a mi alrededor ubicando mi visión, abrí el grifo del lavado, y me eche agua en la cara, comencé a respirar poco a poco. No sé cuánto tiempo pasó, pero logré calmarme. Tenía que hacerlo, Anna necesita a un hombre, a alguien que sea su apoyo en este momento, no a un bueno para nada que no puede controlar sus ataques.

Respire profundamente. Salí del baño, me acerqué de nuevo a ella.

– Hola mi amor, no se si puedes escucharme, pero estoy aquí. Todo estará bien, eres fuerte, eres valiente. Te amo Anna, porfavor permíteme explicarte todo, prometo que voy a ser el hombre que mereces, solo recuperate–. Pedí, tome su mano libre, la mano izquierda. Estaba helada, entonces ella abrió los ojos. Mi corazón se estremeció. Parecía ida, desubicada, intento hablar pero no pudo, sus ojos miraban para todas partes pero no podía moverse, lo intento y yo la sostuve.

– ¡No! No te muevas, no hagas nada. Tuviste un accidente, fuiste atropellada, pero estás fuera de peligro. No te mueves linda, iré por el doctor–. Dije eufórico, y salí por el doctor.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora