25. Mesera

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Llegamos a casa en completo silencio. Yo no sabía como preguntarle a Edmund y no quería obligarlo a que me dijera. Pero no podía con la incertidumbre.

Entramos a la casa. Estaba por subir los escalones cuando Edmund me agarro de la muñeca.

– Espera ¿Qué pasa? –. Pregunto preocupado. Me volví hacia él. Me miraba serio.

– Estás rara. ¿Es por Grace? Cariño ella no significa nada para mi. Perdóname no puedo evitar que aparezca en el trabajo, es hermana de Lucas y a veces lo llega a visitar.

Tal para cual los hermanitos.

Agache la mirada, me sentía nerviosa y no quería decir algo que él no quisiera escuchar.

Edmund se acercó a mi, tomó entre sus manos mi rostro y lo levantó.

– ¿Qué pasa hermosa? Lo que sea puedes decírmelo.

Díselo Anna.

Suspiré.

– Por Dios, dime algo, prometo que podemos arr...

– ¿Quien es Thea?– pregunte de golpe. Edmund me soltó y dio un paso atrás. Sus ojos se abrieron en grande y el impacto se hizo presente en sus expresiones faciales. Pude ver como se desencajaba su cara.

Mi corazón iba a mil.

– ¿Quie-ien ...

No le iba a decir que me lo dijo Lucas. Es su socio y por la manera en que reacciono es algo que no quería que se supiera.

– Eso no importa. ¿Quien es?–. Pregunte. Edmund se puso pálido dudaba que respirara.

– Fue Zion ¿verdad?

– ¡¿Qué?! ¡No! –. Dije un poco más alterada. La expresión de Edmund se intensificó. Paso a una oscura que me dio miedo.

– ¡Zion! –. Gritó. Oh no no no. Se va a desquitar con el. Intento subir las escaleras pero lo detuve.

– ¡No fue el! Fuiste tu. Un día que estabas dormido y dijiste su nombre –. Mentí descaradamente. Me dio vueltas el estomago por la mentira. El se quedó paralizado y yo también. Solo podía escuchar su respiración acelerada.

– Edmund... háblame, porfavor. No huyas –.

– ¿Pasa algo?– pregunto Leani. Me volví hacia ella y negué con la cabeza. Me abrace a mi misma. Edmund se había quedado ahí, inmóvil.

– Ed... hijo ¿Estás bien?

– Subamos a la habitación –. Ordenó Edmund, ignoro a Leani y comenzó a subir las escaleras.

– Lo-lo siento Leani. Le he preguntado por Thea. Leani también me miró con esos ojos grandes y preocupados. ¿Tan malo era?

– Ve con él. –. Fue lo único que dijo. Asentí.

Subí a la habitación. Al entrar, escuché a Edmund tomar una ducha. Respire profundo. Me senté en la cama convencida de que había sido un error haberle preguntado por ella.

Nerviosa movía de abajo hacia arriba mi pierna. Tiempo después Edmund salió del baño, solo llevaba unos pantalones de pijama negros y su hermoso y contorneado torso al descubierto.

Me miró serio. Sus ojos se veían más oscuros.

– Edmund yo...

– ¿Quien te lo dijo Anna? – pregunto pesadamente. No sé acercó a mi. Apoyo su espalda en la pared y cruzo sus brazos. Trague grueso saliva.

– Ya te di...

– No mientas, a mi no me mientas. Puedo verlo en tus ojos. Anna voy a preguntarlo una vez más ¿Quien te lo dijo?–. El Edmund amenazante no me gustaba. Oscuro e irritado.

ANNA ES MÍA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora