Capítulo 7

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Al enterarse de que León es adúltero y que golpeaba a su esposa, los reos de su celda le dicen que ahora ellos probarán todo su machismo.

Al amanecer, Gaetano lanza una piedra a la ventana de la habitación de Florencia y luego la ayuda a que se baje con facilidad. Ambos huyen sin ser vistos por nadie y juran que derribarán todos los obstáculos que quieran impedir su amor.

Alcántara presenta a Amanda con el nuevo juez del pueblo, quien le informa que todos los archivos quedaron totalmente calcinados y, ahora, le será casi imposible realizar algún trámite relacionado con la herencia, al menos en Villahermosa. El funcionario le recomienda, entonces, que busque asesoría, aunque considera que la vía más recomendable para recuperar la información contenida en el testamento de Gregorio Balvanera es que se dirija a la capital y solicite visitas al registro principal.

Luisa sufre un infarto fulminante al descubrir que Florencia huyó de la casa.

El chofer de la camioneta donde se transporta Miguelina está en estado de ebriedad y pierde el control del volante, por lo que la camioneta cae intempestivamente por un barranco y estalla en llamas.

El Gran Calatrava consuela a Amanda y le pide que no se preocupe por la herencia de su padre. Le hace saber que con los ingresos que obtendrá por las consultas de invocación podrá mantener y sustentar a sus hijos; le asegura que su hogar está en sus manos.

Semanas después, Amanda ya está oficialmente divorciada de León y decide abrir las puertas de su centro espiritual. Personas del interior del país acuden a las consultas de invocación; en ese instante, Tomás se aparece en el lugar y pide a todos los presentes que pongan mucha atención, pues tiene un anuncio muy importante que hacer. Luego de llevarle mariachis, él confiesa públicamente su amor por Amanda y, de rodillas, le pide que se casen. Sorprendida por la petición, ella le dice que, aunque no era el momento oportuno, sí acepta casarse con él. Tomás besa a su amada delante de todos y le jura que no se arrepentirá de haberlo elegido como su esposo.

Más tarde, Amanda le pide al Gran Calatrava que tome el manejo de su vida junto a Tomás, pues no quiere volver a fracasar como le pasó con León. El espíritu le hace saber que ella cargará con cruces de responsabilidades ineludibles y que deberá amoldarse a una vida mártir y esforzada. Amanda asegura que no le importará sufrir en silencio, mientras tenga la estabilidad de un hogar conformado por su esposo y sus hijos.

Meses después, Gaetano y Florencia regresan de Acapulco, que era el lugar donde vivieron todo ese tiempo. Gaetano le cuenta a Tomás que se casó con su amada por el civil y planea hacerlo ahora por la iglesia. Por su parte, Florencia llora desconsolada, mientras le cuenta a Amanda todo lo que sufrió al enterarse de que Luisa había muerto por su culpa; asegura que también sufre por el desprecio y el rechazo de Octavio. Tomás le propone a Amanda que se casen el mismo día que sus primos; ella acepta complacida.

Por fin llega el día de la boda, Amanda despierta muy ilusionada y se dispone a colocarse su vestido de novia, pero no puede creer lo que ve al darse cuenta de que Rita y Bruno lo rompieron con unas hojillas.

Florencia espera que Octavio asista a la boda y la perdone por lo que sucedió hace tantos meses.

Tomás y Gaetano ya están listos para ir a la ceremonia y se sienten felices de que ese día el gran sueño de ambos se hará realidad.

Amanda reprende severamente a Rita, pues ella fue la de la idea de romper el vestido, ya que no la quiere ver con otro hombre que no sea León; le impone como castigo que se quedará sola durante la ceremonia y la recepción de la boda. Luego, va a una casa de modas y alquila un vestido.

La ceremonia es muy bella y Tomás y Gaetano reciben a Amanda y Florencia, respectivamente, en el altar; ambas lucen hermosas y radiantes. Florencia voltea y se da cuenta de que Octavio ha llegado a la iglesia y piensa que su padre impedirá la boda. Este le pide perdón a su hija por haber sido tan rígido con ella y que, a pesar del inmenso dolor que lo invade desde el día de la muerte de Luisa, cuenta con todo su apoyo en su relación con Gaetano.

El sacerdote casa a los novios, quienes sellan su amor con un tierno y profundo beso.

Tomás se arrodilla delante de todos los presentes a las afueras de la iglesia y ofrece unas emotivas palabras, donde le promete a Amanda que se quedará a su lado, sea cual sea la circunstancia, hasta el final de su vida.

Rita se acerca al altar del centro espiritual y empieza a llorar por el castigo de su madre, de repente, se le aparece el Gran Calatrava y comienza a consolarla. Él le dice que está ahí para escuchar todos sus deseos y hacerlos realidad, por lo que ella le pide, con fervor, que cuando sea grande la convierta en monja, pues no quiere ser mala como lo fue Amanda con su papá. El Gran Calatrava le dice a la pequeña niña que sus deseos serán órdenes, mientras la abraza, en medio de la oscuridad.

Todos disfrutan en la recepción de la boda; Tomás le dice a Amanda que le tiene una gran sorpresa y que irá por la misma. En el camino, este descubre a un trío de malhechores tratando de abusar de una jovencita, llamada María Andrade. Él empieza a golpear a los hombres y se desencadena un fuerte enfrentamiento, mientras la chica se esconde detrás de los arbustos. Uno de los hombres saca una pistola y le dispara dos veces a Tomás, quien cae tendido al piso.

Distrito Federal, México, 1972
La segunda generación. La inconsciencia.

Dieciocho años después, la familia Montalvo-Pocaterra-Balvanera celebra las bodas de cuarzo de Tomás y Amanda.

«A raíz del secreto, en la segunda generación, se origina una desconexión con lo sucedido. Las mentes y los corazones se anestesian provocando un alejamiento de la realidad. El miedo a enfrentar dicho acontecimiento los vuelve inconscientes.»

Lo que nunca se apagóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora