¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!

III

Las armas de plata podían ser envainadas hasta por un niño, pero para que pudieran cortar el Miasma había dos requisitos. Primero, había que ser nivel 50 o superior; segundos, poseer una "sincronización" mínima del 25 % con el arma. Una vez alcanzado, el portador veía sus estadísticas y reservas de maná incrementadas; cuanto más alta fuera la sincronización, más fuerte se volvían. Hasta cierto límite.

Los dragones no utilizaban el equipamiento. El kitsune más diestro llevaba su sincronización al 50 %, los elfos les seguían con un máximo de 40 %, los enanos más longevos lograban el 35 %. Un humano o semi humano de gran talento y amplia experiencia podía conseguir una sincronización del 30%.

Casi 500 años atrás, una década después de la retirada de El Soberano, apareció un humano llamado Marcossius Pangea. Protegido por una exquisita armadura bautizada como "Cuerpo de Latón", y armado con la mandoble "Espejo de Jade", deslumbró a las razas sobrevivientes cuando se descubrió que su taza de sincronización con el metal de plata era del 100 %.

Marcossius fue el primer Héroe de Platino que existió.

Se decía que ese nivel de sincronización igualaba en poder al Rayo Celestial. Marcossius dijo que aquel increíble resultado podría deberse a la marca que adquirió el día que presenció cuando el rayo cayó del cielo e hirió a El Soberano. Al pasar los años, los aldeanos que estaban cerca ese día tuvieron hijos nacidos con esa misma marca.

La recién fundada Catedral Cerúlea hizo pruebas con esos niños, todos obtuvieron la sincronía perfecta cuando se equiparon con Cuerpo de Latón y Espejo de Jade. Desde entonces, la catedral se haría cargo de entrenarlos y otorgarle el título de héroe al mejor de todos.

—La verdad es que, el primer héroe no fue bendecido por la marca ni nada por el estilo, todos los niños con el estigma tampoco —dije—. Cualquier raza que vista a Latón y envaine a Jade va a tener la sincronía perfecta.

—¡¿Que qué?! —gritó Kaira.

—Oye, oye... ¿Qué clase de broma es esa? Si eso fuera cierto, ¿por qué la catedral no entrega a Jade y Latón a los elfos o kitsune?

Los elfos eran diestros con los hechizos y sus reservas de maná duplicaban al de cualquier humano o semihumano a los diez años. A esa misma edad, los kitsune superaban en fuerza física a diez humanos, sus artes —las "técnicas"—, tenían el poder ofensivo más alto que cualquier otro arte.

A los diez años, un humano y semi humano promedio era apenas un niño que recién despertaba su maná. Si las otras razas eran tan hábiles y fuertes, ¿por qué no tenían a Latón y Jade?

—¡Yo sé! —Kaira levantó la mano—. Los humanos son demasiado orgullosos para entregar lo único que los mantiene entre los niveles más altos de poder bélico y diplomático del continente, al que no podrían llegar de otro modo.

—Eso fue al comienzo —dije—. Los héroes siguen siendo humanos por dos razones. Primero, ¿saben cuántos hechizos puede aprender un elfo? ¿O cuántas técnicas tiene que dominar un kitsune? Dos vidas humanas no están ni cerca de ser suficientes.

—Con que es por eso —susurró Auma.

—Sí, no es por tradición, orgullo o manipulaciones. A los kitsune y elfos no les interesa la sincronización que Latón y Jade ofrecen. Siempre contaron con ese poder, las armas de plata son para ellos el medio con el que eliminan el Miasma, es lo único que necesitan de ellas.

—¡Por los Espejos! Siento que hay interés involucrado de todos modos.

—Lo hay. La cúspide de los elfos son los Sabios; la de los kitsune, los Místico. Cada raza persigue su propio camino hacia el poder y el rango más alto de su sociedad. Por eso le cedieron un título sin valor para ellos como "héroe" a los humanos.

—Entendí tu punto —dijo Auma—. Y, ¿qué pasa con los que ya son nivel cien? Alba es el aventurero más poderoso. Hubiéramos tenido al Hechicero Indomable como héroe mientras tú y tu hermanastro entrenaban.

—Por la segunda razón. El Héroe de Platino tiene que ser un Guerrero Puro, o no podría extraer el poder del Rayo Celestial que se espera usar para matar a La Oscuridad. No existe ningún Guerrero Puro nivel cien en el continente.

—¡Ay! Qué problemático es esto.

—Los que tenemos estigma somos la mejor opción. Si se usa Análisis en nosotros mientras nos sincronizamos como Latón y Jade, se puede saber cuál es nuestro nivel máximo. Así, se invierten menos de veinte años para convertir al más adecuado en el nuevo héroe.

—¡No sabía eso! Mi señorita Gungnir me dijo que los humanos no tenían manera de saber su nivel máximo. Ustedes tienen el rango de niveles más amplio —dijo Kaira—. ¡Envejecen siendo nivel diez, o entrenan diez años para subir sesenta niveles! ¿Cuál es el tuyo, Matik?

—Me quedan cuatro niveles más.

Kaira puso una expresión lúgubre, como si hubiera dicho cuántos días de vida me quedaban. Auma, por otro lado, cerró los ojos en un gesto de empatía, el que significaba "ahora lo entiendo todo". ¿Por qué no fui elegido héroe? ¿Por qué decidí ser aventurero? ¿Por qué dije que me quedaría como parte de la guarnición? Él encontró todas las respuestas.

—Eres el Hijo de Latón, debimos suponer que tu sueño era el de ser héroe —susurró.

—Ay, muy cierto.

—Ya dije todo, nada me ata a este continente. Voy a dejar la ciudad los días que faltan hasta que zarpemos.

Fui hacia la puerta, pero Auma tomó mi hombro. Con su gran fuerza me hizo girar para verlo.

—¿Te vas así? No nos veremos en un par de años, ¡despídete bien!

—Sí..., perdón. Adiós, Auma. Gracias por ayudarme ese día.

Nos dimos un fuerte apretón de manos. Demasiado fuerte. Podía sentir los huesos de mis dedos ser estrujados como si fueran meras ramitas. Auma parecía orgulloso.

—¿Qué dices? Si ustedes no hubieran aceptado venir conmigo a rematar al basilisco, estaría muerto ahora. Estos cuatro años que conviví contigo fueron los mejores, compañero.

—De verdad que lo fueron.

—¡Fueron y siempre serán los mejores! —dijo Kaira, levantándose de la cama para abrazar a Auma por la espalda—. Gracias a que me encontré contigo, Matik, tomé el camino que me llevó a conocer a mi prometido y a realizar mi sueño.

Fue ahí cuando terminó el apretón de manos, Auma tomó a Kaira de la cintura. Ya que ambos estaban debajo del candelabro, la luz que caía sobre ellos hizo brillar los anillos de compromiso que usaban en el dedo índice.

—Cuando vuelvan, tú podrías ir con nosotros, Matik. ¿No quisieras trabajar en mi herrería? Si no tienes otros planes.

—¡Sí, es una gran idea! —añadió Kaira—. Auma dice que su pueblo es muy pacifico. Te gustará vivir ahí.

—El silencio sin interrupciones es lo mejor...

—¡Je, je! Así es, no olvido que te gusta vivir tranquilo y sin ruidos molestos.

—Voy a pensarlo —dije, en camino hacia la puerta.

—Hazlo, no olvides que tienes derecho a pedir un deseo. Tómalo todo con calma.

Abríla puerta y me despedí por última vez. Ya era de noche, dejar la ciudad encarruaje sería costoso y tardío. Así que salté por las casas y me fui tan lejoscomo pudiera de aquella posada.