IV

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Se pensaba que los Bahamuth, también llamados "dragón de tierra", fueron las primeras criaturas que existieron en Ulos. Algunas razas los alababan como dioses, decían que ellos crearon los continentes y esparcieron la vida por todo el mundo.

Rezaban cuando había terremotos o inundaciones, si sus ciudades eran devastadas, pensaban que se trataba de un castigo y pedían perdón a los Bahamuth. El Cuerpo del Origen fue una de las religiones más grandes del mundo antes de la llegada de El Soberano, y todavía era la tercera religión más practicada.

Las primeras descripciones de los Bahamuth los representaba como "seres primigenios". No tenían nivel ni estadísticas, tampoco podía detectarse maná en ellos, no hablaban ningún idioma y eran solitarios.

Sus cuerpos robustos estaban blindados por placa tras placa de minerales preciosos y la tierra más fértil que pudiera existir. En sus articulaciones se veían líneas rojizas, como si su sangre fuera lava. El grosor de sus enormes patas podía ser tanto como el de un árbol gigante. Sus ojos resplandecían con un enérgico color rojizo y naranja. En el fondo de sus gargantas se veía una luz como si fuera el cráter de un volcán.

No tenían alas, se desplazaban por tierra. Cuanto más grande fueran, más lento se movían. Se tenía registro de dragones de tierra de más de doscientos metros de largo y sesenta de ancho, se desplazaban tan lento que no recorrían más de diez kilómetros por año.

Los "jóvenes", menores a los cien metros de largo, solían moverse a mayor velocidad. La suficiente para que se desprendieran gemas de gran valor de sus cuerpos.

En Caduceus sobrevivieron al menos cuatro jóvenes, ni un solo adulto.

Se decía que El Soberano tuvo problemas para absorberlos por la gran cantidad de minerales que los cubría, así como el calor que emanaban y su blindaje de roca volcánica. Además, nunca se había visto al Miasma convertirse en un Bahamuth. Eso reafirmó un pensamiento que los clasificaba como "entidades sin carne ni hueso", se dudaba mucho de tratarlos como "seres vivos".

Si ese era el caso, ¿qué hacía el Miasma adoptando su forma? El dúo de dragones en el cañón parecía tener poco más de sesenta metros de largo. Una de sus cuencas oculares estaba vacía, de la otra destellaban tonos rojizos. Cuando rugían lanzaban Miasma y restos de magma.

—Son jóvenes —susurré—, ¿será que...?

—Héroe Matik —llamó Índigo—, ¿usted conoce la historia del Rey Demonio?

—¿El Rey Demonio? ¿Qué tiene que ver con esto?

—Verá, uno de los grande errores del rey de los demonios fue desafiar a dos Bahamuth jóvenes. El rey lanzó todo su poder para penetrar sus armaduras, en lugar de eso, creó una gran grieta en el suelo de Norleas que envió a los tres al fondo. Durante la caída, uno de los dragones logró devorarlo.

—¿Q-qué?

—Para escapar, llevó al límite el núcleo que le daba tanto poder, él mató a los dragones desde el interior, pero resultó muy mal herido y su fuerza fue mermada.

—¿Entonces este cañón lo creó él? Esos dragones son los de la historia.

—Puede ser que en realidad no los mató, creo que los dejó malheridos y los enterró para que nadie los ayudara. Seguro el Miasma los encontró y se infiltró por la herida que dejó el rey.

Ahí estaba la respuesta, los Bahamuth seguían vivos, pero el Miasma los controlaba.

—¿Usted cree que el Rayo Celestial pueda vencerlos? —preguntó Índigo.

¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora