II

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Decenas de razas se extinguieron por culpa de La Oscuridad, pero Kaira era parte del linaje de sobrevivientes de semi humanos. Nombrados como "semi cabra", compartían unos cuantos rasgos físicos en común con las cabras. Tenían una pequeña cola esponjosa, orejas puntiagudas recubiertas de pelaje, y cuernos; los cuernos de mi compañera eran en espiral y cubrían los laterales de su cabeza, apuntaban hacia arriba.

Además, compartían algunos comportamientos, como dar cabezazos cuando se les provocaba, entumecerse si llegaban a sorprenderse demasiado y en ocasiones masticaban prendas; eran tranquilos, pero también insistentes al luchar. El resto de su apariencia y comportamiento era igual a la humana.

A sus veintidós años, mi compañera tenía las curvas de una humana desarrollada. Esbelta, de caderas anchas, senos redondos y trasero firme. Su corto cabello marrón oscuro era el complemento ideal para su fino rostro, contrastaba con sus ojos grises, dotándola de una expresión pacífica. Aunque su apariencia resultaba encantadora, no destacaba ni siquiera entre las humanas y semi humanas comunes. Estaba lejos de compararse en belleza con las elfas o las kitsune.

 Estaba lejos de compararse en belleza con las elfas o las kitsune

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Su fuerte estaba en su personalidad risueña, amable, positiva y alegre. Esa combinación sacó a la luz varios sentimientos que pensé no volvería a experimentar de nuevo.

Los dragones —que salvaron a su raza de la extinción—, famosos por carecer de empatía hacia otras criaturas, disfrutaban de la compañía de las semi cabras y semi ovejas. Entre todos ellos, reconocían a Kaira por ser una "hembra maravillosa".

Fuimos compañeros de aventuras seis años, el tiempo necesario para cambiar lo que al inicio fue atracción física y simpática, por aprecio y amor hacia ella. Por esos sentimientos, y porque tenía que agradecer su ayuda, le prometí que la llevaría a la catedral para tratar de cumplir su sueño.

—¿En serio nos uniremos al Batallón Caduceus, Matik?

—En serio —le dije—, pero recuerda mantener tu promesa. Vamos a ayudar a nuestra manera como guarnición, no intentes ir al frente de batalla, ¿entendido?

—¡Muy entendido!

Salimos de la habitación con las túnicas blancas puestas, cubrían nuestro cuerpo entero. Los pasillos blancos —de pisos relucientes y paredes frías—, eran enormes y solitarios, ni una sola alma a la vista. Cada paso que dábamos rebotaba hacia el techo y regresaba al suelo.

—Uaah, es como si el castillo de mis señores se hubiera encogido. ¿Por qué te fuiste de este lugar tan elegante y sagrado?

—Pues... Como eligieron héroe a Avraliz, no tenía por qué seguir aquí. Aunque tal vez si me convertía en adepto me dejaban quedarme.

—Jumm, no te imagino como un adepto.

—Yo tampoco. Cuando me... Cuando me fui, busqué trabajo como aventurero. Un año más tarde, en las montañas de escarcha una chica que mastica camisas me salvó. Te sabes lo demás.

¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora